Diaguita es la denominación quechua con etimología aimara, que significa "serrano" impuesto por los incas, divulgada luego por los españoles, de un conjunto de pueblos independientes con un idioma común, el cacán; ellos se autodenominaban pazioca o paccioca. En el Noroeste argentino y en el Norte Chico de Chile, especialmente en los valles Calchaquíes, a partir de 850, los diaguitas desarrollaron una cultura de gran riqueza, que arqueológicamente se corresponde con la Cultura Santa María. Vivían en poblados organizados, usaban metales y eran alfareros. Este mito fue tomado de la obra Mitología Americana: selección de los mitos aborígenes de América. Madrid: Ediciones Guadarrama, del autor Mariano Izquierdo G., R.P. (1956). El mito dice:
Cuentan que en tiempos muy antiguos la tribu diaguita,
prevalida de su industrioso ingenio, incurrió en abominables
excesos, con abandono de los deberes para con Dios. En vez de servirse del maíz para su alimento cotidiano, dieron en
fermentarlo e inventaron la chicha y no pararon hasta
Queriendo Dios que el pueblo diaguita escarmentara de
una vez para siempre y recobrara su antigua distinción y
nobleza, envió sobre sus campos ¡la más calamitosa sequía. Por
varios años arreo, cerró Dios los cielos y no envió lluvia
sobre los campos. Se perdieron todas 'las sementeras, los ríos se
secaron y hasta la hierba se agostó. Los animales y los
hombres perecían de hambre y de sed. Supremas angustias
sufrieron los diaguitas. Los muertos llenaban todos los caminos.
Todo era desolación y pavor.
Entonces los llantos y gritos de las mujeres, que clamaban
por sus hijos y esposos, eleváronse hasta el Supremo Espíritu.
Vio Dios que ya el pueblo estaba suficientemente castigado y
dio traza de que los hombres hallasen de repente repleta de
alimentos su despensa. Para ello infundió a todas las mujeres
un sueño o letargo profundo. Y he aquí que, en despertando,
viéronse todas extrañamente sorprendidas de hallarse a la
sombra de un grande plantío de árboles desconocidos y
cargadísimos de frutos maduros. Era un maravilloso algarrobal.
El Supremo Señor presentóse entonces y habló a las
mujeres de esta manera: «Aquí tenéis en abundancia un árbol
para vuestra hambre y para vuestra sed. Decid a vuestros ma-
ridos que el maíz es fruto para el alimento diario, y que aquel
que abusare de la chicha, será 'maldecido para siempre.»
Desde entonces, el algarrobo da pan al pobre y sabrosa
bebida en los estíos de intensos calores.
2 comentarios:
muchas gracias me ayudo
gracias por su ayuda
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