Los Incas se consolidaron como el estado prehispánico de mayor extensión en América. Abarcó los territorios andinos que corresponden actualmente al sur de Colombia, pasando por Ecuador, Perú, Bolivia, hasta el centro de Chile y el noroeste de Argentina. El mito boliviano que contamos a continuación complementa un mito peruano relatado anteriormente. Lo nuevo de esta historia es que profundiza en la obra de Manco Capac y su esposa Mama Ocllo. Este mito fue recogido y adaptado de la página web Aquí Bolivia:
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Luego de su primera creación de gigantes, Viracocha vio que esos no eran los seres que había deseado crear, por lo que produjo un gigantesco diluvio que anegó la tierra. Las aguas de los lagos Titicaca y Poopó son recuerdos de aquel inmenso diluvio que provocó Viracocha. Para la nueva creación, Wirakocha quiso dar Luz a la nueva raza de hombres; descendió entonces a las profundidades del lago Titicaca y de sus aguas sacó las esferas luminosas del Sol y de la Luna y las elevó al firmamento, asignando a cada una la función de iluminar a la Tierra y a la humanidad que iba a crear. Al Sol le encargó el día y a la Luna, la noche. Desde entonces, los dos astros recorren infatigables, como dos compañeros que nunca se ven, el mismo camino por el Cielo.
Virakocha decidió crear la nueva raza, la cual debía ser superior a todas las precedentes, porque debía tener el don del sentir profundo; así que esta vez no utilizó la piedra ni ningún material duro; la hizo de materiales blandos. Esta fue la nueva raza que saliendo de las cavernas de Pacarij Tampu repobló la Tierra.
Pero estos runas que se extendieron por las cuatro direcciones y hasta los confines del mundo carecían de los medios que ahora disponemos: no sabían tallar, ni tejer, ni hacer construcciones; desconocían la ciencia del cultivo y el cuidado de los animales; ignoraban la utilización del fuego y la forja de metales. Cubrían su desnudez con pieles y guarecíanse en las oquedades de las cavernas.
Entonces, el gran Inti, el que nos da Luz y Vida al aparecer cada mañana, vino a compadecerse de aquellos seres. Sabiendo que estos hombres eran capaces de mejores cosas, envió a dos hijos suyos: un hombre y una mujer, con la misión de sacar a aquella gente del estado de barbarie en que vivían, enseñándoles los oficios y artes de una vida verdaderamente humana. El hombre se llamaba Manco Capac y su mujer, hermana de origen, se llamaba Mama Ocllo.
Entregó á los dos hermanos una vara de oro advirtiéndoles antes de partir:
"Esta vara debeis llevarla con vosotros porque ella va a indicaros en donde construireis Mi Templo y éste será el centro mismo de la ciudad que ha de regir la nueva nación".
"En cada alto del camino, sea para dormir, comer o descansar, tratad de introducir la vara en la tierra. No todo lugar es apto para que esta vara de oro se introduzca; solo aquél en que la vara se hunda como si fuera en el agua, será el lugar apropiado."
"Al llegar allá debeis cuidar a aquellas gentes como Yo cuido a la Tierra o como un Padre cuida a sus retoños."
"Ahora voy a dejaros en el punto donde debeis comenzar vuestro recorrido."
Virakocha trasladó a Manco Capac y Mama Ocllo hasta la isla del Sol en el interior del lago Titicaca y dejándolos allí, señalóles rumbo al Norte.
Manco Capac y Mama Ocllo tomaron las márgenes del lago e iniciaron la marcha. Atravesaron muchos valles, cuencas y elevaciones cordilleranas; subieron laderas y montañas y en cada lugar encontraron gente viviendo en condiciones subhumanas.
Siempre que se sentaban a descansar, Manco Capac sacaba la vara y trataba de introducirla en el suelo; no obstante, parecía que toda tierra era dura y jamás se introduciría; pero un día, al llegar a los pies del cerro Goanakauri y al poner Manco Capac la vara sobre el suelo, ésta se hundió sin dificultad -como si el agua estuviera- produciéndose y cumpliéndose lo previsto: Inti, a través del oro, se unía a la tierra; el mundo celeste se interpenetraba con el terrestre por este prodigio y este lugar era la Guaca esperada.
Antes de iniciar la construcción tenían que reunir a la gente que formarían la nación Incaica. Manco Capac viajó hacia el Norte y su hermana se dirigió al Sur.
En el largo caminar, los hijos del Sol liberaron a mucha gente del estado en que vivían, enseñándoles las ciencias y las artes: el cultivo de la tierra; las fases de la Luna; la selección de la semilla; la construcción de acueductos y terrazas; el uso de la piel y lana de los llamas y alpacas; la utilización de plantas y elementos vivos para la curación de enfermedades.
Estos fueron los saberes que impartieron Manco Capac y Mama Ocllo en su camino, amalgamando inmensos grupos de gente y formando una gran nación.
Más tarde, los miembros de dicha nación construyeron el Intiwasi o Templo del Sol en la grandiosa ciudad que ahora es el Cusco.
Luego de su primera creación de gigantes, Viracocha vio que esos no eran los seres que había deseado crear, por lo que produjo un gigantesco diluvio que anegó la tierra. Las aguas de los lagos Titicaca y Poopó son recuerdos de aquel inmenso diluvio que provocó Viracocha. Para la nueva creación, Wirakocha quiso dar Luz a la nueva raza de hombres; descendió entonces a las profundidades del lago Titicaca y de sus aguas sacó las esferas luminosas del Sol y de la Luna y las elevó al firmamento, asignando a cada una la función de iluminar a la Tierra y a la humanidad que iba a crear. Al Sol le encargó el día y a la Luna, la noche. Desde entonces, los dos astros recorren infatigables, como dos compañeros que nunca se ven, el mismo camino por el Cielo.
Virakocha decidió crear la nueva raza, la cual debía ser superior a todas las precedentes, porque debía tener el don del sentir profundo; así que esta vez no utilizó la piedra ni ningún material duro; la hizo de materiales blandos. Esta fue la nueva raza que saliendo de las cavernas de Pacarij Tampu repobló la Tierra.
Pero estos runas que se extendieron por las cuatro direcciones y hasta los confines del mundo carecían de los medios que ahora disponemos: no sabían tallar, ni tejer, ni hacer construcciones; desconocían la ciencia del cultivo y el cuidado de los animales; ignoraban la utilización del fuego y la forja de metales. Cubrían su desnudez con pieles y guarecíanse en las oquedades de las cavernas.
Entonces, el gran Inti, el que nos da Luz y Vida al aparecer cada mañana, vino a compadecerse de aquellos seres. Sabiendo que estos hombres eran capaces de mejores cosas, envió a dos hijos suyos: un hombre y una mujer, con la misión de sacar a aquella gente del estado de barbarie en que vivían, enseñándoles los oficios y artes de una vida verdaderamente humana. El hombre se llamaba Manco Capac y su mujer, hermana de origen, se llamaba Mama Ocllo.
Entregó á los dos hermanos una vara de oro advirtiéndoles antes de partir:
"Esta vara debeis llevarla con vosotros porque ella va a indicaros en donde construireis Mi Templo y éste será el centro mismo de la ciudad que ha de regir la nueva nación".
"En cada alto del camino, sea para dormir, comer o descansar, tratad de introducir la vara en la tierra. No todo lugar es apto para que esta vara de oro se introduzca; solo aquél en que la vara se hunda como si fuera en el agua, será el lugar apropiado."
"Al llegar allá debeis cuidar a aquellas gentes como Yo cuido a la Tierra o como un Padre cuida a sus retoños."
"Ahora voy a dejaros en el punto donde debeis comenzar vuestro recorrido."
Virakocha trasladó a Manco Capac y Mama Ocllo hasta la isla del Sol en el interior del lago Titicaca y dejándolos allí, señalóles rumbo al Norte.
Manco Capac y Mama Ocllo tomaron las márgenes del lago e iniciaron la marcha. Atravesaron muchos valles, cuencas y elevaciones cordilleranas; subieron laderas y montañas y en cada lugar encontraron gente viviendo en condiciones subhumanas.
Siempre que se sentaban a descansar, Manco Capac sacaba la vara y trataba de introducirla en el suelo; no obstante, parecía que toda tierra era dura y jamás se introduciría; pero un día, al llegar a los pies del cerro Goanakauri y al poner Manco Capac la vara sobre el suelo, ésta se hundió sin dificultad -como si el agua estuviera- produciéndose y cumpliéndose lo previsto: Inti, a través del oro, se unía a la tierra; el mundo celeste se interpenetraba con el terrestre por este prodigio y este lugar era la Guaca esperada.
Antes de iniciar la construcción tenían que reunir a la gente que formarían la nación Incaica. Manco Capac viajó hacia el Norte y su hermana se dirigió al Sur.
En el largo caminar, los hijos del Sol liberaron a mucha gente del estado en que vivían, enseñándoles las ciencias y las artes: el cultivo de la tierra; las fases de la Luna; la selección de la semilla; la construcción de acueductos y terrazas; el uso de la piel y lana de los llamas y alpacas; la utilización de plantas y elementos vivos para la curación de enfermedades.
Estos fueron los saberes que impartieron Manco Capac y Mama Ocllo en su camino, amalgamando inmensos grupos de gente y formando una gran nación.
Más tarde, los miembros de dicha nación construyeron el Intiwasi o Templo del Sol en la grandiosa ciudad que ahora es el Cusco.