Este blog desea servir de vehículo de encuentro y de divulgación de los mitos latinoamericanos, para contribuir a que los antiguos personajes y situaciones simbólicas arquetípicas se contacten de nuevo con nuestras conciencias, despertando esa antigua habilidad que tenían nuestros antepasados de leerlas intuitivamente y de servirse de ellas como alimento espiritual. Para contextualizar el tema recomendamos iniciar con las lecturas de Pueblos indígenas en Latinoamérica, Pueblos indígenas en Colombia, Sentir Indígena, Definición de Mito,Consecuencias de olvidar los mitos, Mitos en Latinoamérica, Formas del Mito y Mitos de Creación. En estos últimos se desea hacer un especial énfasis.


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domingo, 12 de octubre de 2008

Colombia - Mito Yanacona - Apariciones de Vírgenes

El Pueblo Yanacona o Yanaconas, es un grupo indígena que habita en el departamento del Cauca, en Colombia. Actualmente estos viven principalmente en la zona del Masizo Colombiano. El idioma hablado por este pueblo es el castellano, auque su lengua original es el Quechua. Estas narraciones hacen parte de los mitos sobre las vírgenes remanecidas, recogidas en el libro Héroes de Páramo y Motaña, de Carlos V. Zambrano, y tomado de la Biblioteca Virtual de la Biblioteca Luis Angel Arango, Bogotá. Las narraciones son las siguientes:
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Eso hará unos veinte siglos que esto ha sido montaña arisca que por aquí no ha habido nadie, nadie, pero nadie... lo que la había encontrao... que tenía unas vaquitas y se le venían aquí a la laguna, que toda la plaza ha sido laguna, laguna brava... ella la veía en medio de esa laguna... se fue recogiendo el agua hasta que se pudo apegar a ella y cogió la virgen...la llevaba a la casa y al otro día no le amanecía; se venía de noche... la última vez le había hecho revelar que si no la traía aquí habían de haber centellazos y granizaos como una naranja de grandes... ya había hecho el ranchito de paja al pie de la laguna... de allí ya habían regao la novedad a todos los españoles y a la cristiandas, ya lo desencantaron y fueron derrumbando la montaña. Ella era encantada, por eso de allí nadie la movió, tuvieron que hacerle capilla encima de la laguna (Santa María de Caquiona)
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En toda la mitad del charco había un tronco de chaquillulo... que cuando acordaron, ellita se presentó paradita en toda la mitad del chaquillulo... ya posadita así, que movía los bracitos... todavía hay un charco detrás de la iglesia, que como había remanecido allí en la laguna... ya allita les dio licencia, vino y arrinconó el agua para los lados y quedó el camino (Pancitará).
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Se cree que en tiempos de la colonia, en tiempos de los españoles...que dejaron la virgen allí que llaman de los remedios por haberla encontrado allí con plantas de romero y de manzanilla.. sin saber quién los vivió cultivando porque esto fue montaña, hasta allá abajo, la gente vivía bien abajo, los indígenas de este lugar (San Juan).
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Antes de que llegaran los españoles ya la patroncita estaba. Aquí al ladito de la iglesia, cerca del depósito del agua, la encontró la viejita Rosalía. Es que era viejita y solita. Las ovejas se le subían...(risas)...y ella las bajaba. Hasta que un día miró y ahí mismito en el nacidero, debajo del pasto donde escarbaban las ovejitas, en un tronquita estaba la virgencita... En esos tiempos peliaban los indios y los españoles y ella vino a acabar con eso. Hasta que acabó porque es bravita, muy seriecita. Ahí comenzamos a vivir pacito y juntos. Dicen que esos españoles eran saladitos (El Rosal).

sábado, 11 de octubre de 2008

Colombia - Mito Huitoto - Creación

Los indígenas Huitoto (o witoto) habitan en la zona del sur del departamento del Amazonas de Colombia. Se estima que esta etnia tiene una población de 6.245 personas. Los Huitoto hablan diversos dialectos de acuerdo con la zona donde se asientan. Este relato del mito de la creación está tomado del libro El Hombre Sentado, del antropólogo colombiano Fernando Urbina, y fue tomado de la Biblioteca Virtual de la Biblioteca Luis Angel Arango, Bogotá. La narración es la siguiente:
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Era la nada, no había cosa alguna. Allí el Padre palpaba lo imaginario, lo misterioso. No había nada.
¿Qué cosa habría? Naaïnuema, el Padre, en estado de trance, se concentró, buscaba dentro de sí mismo(...)
Ahora el Padre buscaba aquello que es nuestra vida, el comienzo de nuestra historia, pero sólo había un vacío.
Intentaba palpar el fondo de la nada, atarlo con la ayuda del hilo soñado, pero todo era vacío.
En su estado de trance obtuvo las sustancias mágicas arebaikï e izeikï, con las cuales sujetó el fondo a la nada.
Tomó posesión de la nada, para luego sentarse en aquel plano, que es nuestra tierra, e intentar extenderlo.
Una vez controlada la nada, creó el agua: transformó en agua la saliva de su boca.
Luego se sentó en esta parte del universo, que es nuestra tierra, para crear el cielo: tomó una parte de esa tierra y con ella formó el cielo azul y las nubes blancas.

Colombia - Mito Huitoto - Creación

Los indígenas Huitoto (o witoto) habitan en la zona del sur del departamento del Amazonas de Colombia. Se estima que esta etnia tiene una población de 6.245 personas. Los Huitoto hablan diversos dialectos de acuerdo con la zona donde se asientan. Este relato del mito de la creación está tomado del libro El Hombre Sentado, del antropólogo colombiano Fernando Urbina, y fue tomado de la Biblioteca Virtual de la Biblioteca Luis Angel Arango, Bogotá. El narrador de este mito fue el abuelo Enókayi. La narración es la siguiente:
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La Madre existía cuando nada existía. Nada, nada, sólo ella. Ella es aire, es agua, es conocimiento.Ella es la madre del agua que burbujea, y ese vapor salido de las profundidades fue el que en un momento dado ella engendró y fue esto quien llegó a ser el Padre Creador.
Esa Madre existe antes que nada existiera.
Fue ella quien, calladamente, dio el primer suspiro, para que de allí, de esa burbuja, naciera el Padre Creador, el Padre Unámarai.
Por ella, por nuestra Madre, la Única, comenzó la creación, porque ella engendró al Eterno, y por eso cobró vida nuestro Padre Creador Unámaraï, porque al engendrarlo lo engendró todo, y él se sienta como una nube por encima de nuestra Madre, sustentado por ella, pues es ella quien lo sostiene.
Ella se sentó abajo, en la punta del mundo, y Unámaraï, de su aliento, de su voluntad, de su pensamiento, exhaló como un hilo y por él subió y quedó arriba del mundo.
Eso es como un hilo de araña; es la respiración del Padre, y la Madre y el Padre engendraron a su hijo Añïraima.

Colombia - Mito Huitoto - Creación

Los indígenas Huitoto (o witoto) habitan en la zona del sur del departamento del Amazonas de Colombia. Se estima que esta etnia tiene una población de 6.245 personas. Los Huitoto hablan diversos dialectos de acuerdo con la zona donde se asientan. Este relato del mito del origen de la mujer está tomado del libro El Hombre Sentado, del antropólogo colombiano Fernando Urbina, y fue tomado de la Biblioteca Virtual de la Biblioteca Luis Angel Arango, Bogotá. El narrador de este mito fue el abuelo muinane José García. La narración es la siguiente:
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El mundo había sido aniquilado por el diluvio de agua hirviente, catástrofe cósmica causada cuando un héroe pícaro, Kechatoma, el Tuerto, compañero del fundamentoso Jitoma, el Sol, atentó contra la esencia de un animal.
En este mundo no habla nada, ni selva, ni serranías y tampoco nosotros -los hombres- hablamos aparecido.
Estaba el mundo solo y triste.
Entonces, por mandamiento de Dios apareció Buinaima. Él buscaba por todos los rincones después que habla pasado el diluvio y decia:
-¿A quién podria preguntar?
¿Con quién podria hablar?
Pues yo soy hombre. Yo soy brujo. Yo soy poderoso. Yo soy el que conoce a Dios. ¿Quién habrá que me responda?
Asi andaba por el mundo... No habla hierba. No había nada. Apenas estaba mermando el diluvio, enfriándose el agua. Él continuaba andando, escuchando, preguntando, conversando consigo mismo.
A nadie encontraba. Nadie contestaba. Entonces, apareció una mujer en medio de la playa que se formó al bajar las aguas. Era una isla seca en medio del mundo. Allí se formó una mujer. Era sapo. Sapo venenoso. Pero en ese tiempo era gente. Era como sirena. Ella cantaba solita y ese hombre andaba escuchando, poniendo atención, pero nada oía; ni mosca, ni zancudo, nada.
Ningún animal hablaba. El hombre andaba lleno de tristeza. A media noche oía cantar a ese sapo (...) Entonces él caminaba y caminaba y caminaba. Descansaba un rato y luego, otra vez, caminaba y caminaba, y al otro día ella cantaba nuevamente en medio de la noche.
Él seguía acercándose, acercándose. Llevaba tres días de camino: día y noche buscando quién cantaba en medio de la noche. Por fin llegó al lugar donde cantaba esa mujer. (...) El hombre al verla al otro lado del agua se puso muy contento (...) y dijo:
-Yo vine (...) para ver si quieres ser mi compañera, para ver si me quieres acompañar en este mundo. (...)
¡Ven donde yo estoy! y así respondió la mujer:
-Cómo es que yo, siendo mujer, deba ir a buscarte? Has de ser tú, por ser hombre, quien debe venir a buscar la mujer.
Entonces, Buinaima dijo:
-Pero, ¿cómo voy a pasar?
Estás rodeada de agua.
y la mujer replicó:
-¿Es que no vas a encontrar, ahí, donde estás, una rama, un bastón, algún resto del mundo destruido? Coge unos palos-de-corazón, una rama, y golpea con ella el agua. Verás que ha de quedar como un camino.
Asi, lo hizo, por ese sendero corrió Buinaima y llegó por fin donde ella estaba.

sábado, 4 de octubre de 2008

Colombia - Mito Kurripako - Origen de la muerte

Los Kurripako son un pueblo indígena que habita en las cuencas de los ríos Isana y del Guainía, así como del bajo Inírida y el alto Orinoco en el departamento colombiano de Guainía, el estado venezolano de Amazonas y en el Aliary y São Gabriel da Cachoeira, estado de Amazonas, Brasil, donde se les conoce como Banivá o Baniwa. El presente mito sobre el origen de la muerte fue tomado de la web del SINIC:
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Ñapiríkuli, después del juego de la pelota, regresó a su casa en Waitjipan, un cerro a orillas del Guainía. Allí encontró una mujer con su hijo, al que llamó Kuwai, el secreto. Este nombre se le daba para que no muriera nunca. Ñapiríkuli no sabía todavía como iba a quedar el hombre, pero esperaba que éste nunca muriera, quería que la humanidad fuera eterna. Tenía planeado que cuando un hombre llegara a cierta edad avanzada, entonces debía meterse tres días en una pieza en memoria del seso, de la voz y del pensamiento. Los tres principios de la existencia humana. De allí saldría como nuevo. La pieza ya la había preparado Ñapiríkuli en su casa, en Waitjipan; entonces, Kuwai murió.
Ñapiríkuli pensaba: “No, no voy a dejar entrar la muerte a este mundo”. Así que metió a Kuwai en una pieza y le dijo a la mamá: esté tranquila, a su hijo no le va a pasar nada, en tres días él va a salir de la habitación. Ñapiríkuli quería probar a la mujer, quería ver que tan obediente era. Le dijo: pero estos tres días la puerta va a estar cerrada, usted no la puede abrir, ni llamar a su hijo para que salga. Ñapiríkuli dejó entonces a Kuwai en la pieza.
Su madre lloraba y se quejaba amargamente: “Kuwai… Noooo…”. Pasaron así dos días, ahora sólo faltaba uno para que Kuwai saliera de la habitación “Ñapiríkuli no está”, pensaba la mujer que lo había visto irse con su cerbatana, así que le entró una gran desconfianza, ¿Qué será lo que pasa en esa pieza? Se preguntaba, y la curiosidad no la dejaba tranquila. Desobedeciendo, fue hasta la puerta y llamó a su hijo. Ñapiríkuli no se había ido; escondido, miraba todo lo que hacía la vieja.
- ¿Kuwai…? Llamaba
- Ahhh… Le respondió una voz lejana.
- Hijo, ¿cómo estás? ¿Bien?
- Síiiii…
La mujer hacía un gran esfuerzo para no entrar al cuarto donde estaba su hijo; se aguantaba; mientras tanto Ñapiríkuli la observaba. Hasta que no pudo más y, por un hueco que había por encima de la puerta, se encaramó y entró. Kuwai estaba parado en la mitad de la habitación, pálido, muy pálido, casi sin pelo y con tierra en la coronilla. La vieja conmovida, no pudo aguantar el llanto y las lágrimas salieron de sus ojos. Pero Kuwai, al mojarse con las lágrimas de su madre, se deshizo, quedando nada más un montoncito de huesos. La habitación quedó en silencio.
“Mal hecho; esto no debió haber pasado, ahora la muerte reinará para siempre, ahora el que nace tendrá que morir”, la reprendía Ñapiríkuli enfurecido. "Usted tiene la culpa, por haber llorado. Y por haber llorado ahora, llorará siempre".
Sacó tabaco y lo sopló, el humo ascendió suavemente. Fabricó una casa muy oscura, Yarudati, donde van los espíritus de los hombres muertos. En Naken Caranacoa -Río Guainía-, hay una casa de esas y otra en Kuyarí.
Ñapiríkuli le mostró los despojos del hijo por última vez a la mujer, para que llorase para siempre. Después con tiras de macanilla, bien tejidas y amarrándolas dos veces, hizo la puerta para la casa de los espíritus. Por esa puerta entran pero nunca salen. “Aquí va a vivir usted”, dijo Ñapiríkuli, dirigiéndose a los restos de Kuwai, y lanzándolos a través de la puerta que después sé cerro emitiendo un fuerte bramido.
Cada vez que alguien muere se oye, por ahí a las seis de la tarde, el eco de una puerta cerrándose y los bramidos; el espíritu de un muerto acaba de ser encerrado.