Los Warao son un pueblo indígena de Venezuela que habita el delta del Orinoco y parte del sur del estado Monagas, compuesto por más de 36.000 personas. El mito que transcribimos fue tomado de la obra Guerreros, dioses y espíritus de la Mitología de América Central y Sudamérica, del autor Douglas Gifford.
La tribu de los warao vive dedicada a la caza en el pantanoso delta del Orinoco. Algunos antropólogos creen, sin embargo, que llegaron a donde en la actualidad se asientan, desde el oeste, expulsados quizás de sus tierras de origen por otra tribu más fuerte.
Según sus más antiguas creencias, el hogar original de los warao no estaba en este mundo sino en un lugar por encima del cielo. Allí vivían felices y tranquilos, porque no había animales peligrosos ni gente malvada que turbara su paz. Los jóvenes cazadores pasaban el tiempo cazando hermosos pájaros de vivos colores, con cuyas plumas se hacían ropas y adornos.
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Un día un cazador llamado Okonorote se alejó mucho de su aldea, en busca de un pájaro particularmente hermoso. Buscaba una flecha que había errado el blanco, cuando encontró un hoyo en la tierra, en el cual al parecer había caído la flecha. Se asomó por el agujero y vio allá abajo el mundo inferior, en el que manadas de jabalíes, ciervos y de otros animales pastaban y recorrían el verde bosque y las llanuras sin que nadie turbara su paz. Pensó que, por el tamaño del agujero, le resultaría fácil pasar por el mismo, e hizo una larga cuerda con madejas de algodón; luego, con la ayuda de unos amigos suyos bajó cuidadosamente.
Un día un cazador llamado Okonorote se alejó mucho de su aldea, en busca de un pájaro particularmente hermoso. Buscaba una flecha que había errado el blanco, cuando encontró un hoyo en la tierra, en el cual al parecer había caído la flecha. Se asomó por el agujero y vio allá abajo el mundo inferior, en el que manadas de jabalíes, ciervos y de otros animales pastaban y recorrían el verde bosque y las llanuras sin que nadie turbara su paz. Pensó que, por el tamaño del agujero, le resultaría fácil pasar por el mismo, e hizo una larga cuerda con madejas de algodón; luego, con la ayuda de unos amigos suyos bajó cuidadosamente.