Este blog desea servir de vehículo de encuentro y de divulgación de los mitos latinoamericanos, para contribuir a que los antiguos personajes y situaciones simbólicas arquetípicas se contacten de nuevo con nuestras conciencias, despertando esa antigua habilidad que tenían nuestros antepasados de leerlas intuitivamente y de servirse de ellas como alimento espiritual. Para contextualizar el tema recomendamos iniciar con las lecturas de Pueblos indígenas en Latinoamérica, Pueblos indígenas en Colombia, Sentir Indígena, Definición de Mito,Consecuencias de olvidar los mitos, Mitos en Latinoamérica, Formas del Mito y Mitos de Creación. En estos últimos se desea hacer un especial énfasis.


Para hacer de este Blog un espacio compartido, agradeceremos los aportes de los lectores, ya sea para transcribir el mito de un país, como para expresar sus opiniones sobre la página o sobre algún mito en particular. En ambos casos pueden utilizar el vínculo de COMENTARIOS que hay al final de cada mito. ¡Ayúdenos a hacer de esta página un Banco de Mitos Latinoamericanos!

En agosto de 2019 ofrecimos unas estadísticas de Las 10 entradas más visitadas en 11 años.




domingo, 10 de octubre de 2010

Brasil - Mito Tupí - Primeros héroes



Los tupinambá son una nación indígena de la que formaban parte los tamoios, los temiminó, los tupiniquim y los tupinambáes. Son las tribus que conformaron la Confederación de los Tamoios, cuyo objetivo era luchar contra los portugueses, conocidos con el nombre de perós. A pesar de compartir un mismo origen étnico, las distintas tribus que componían la nación tupinambá luchaban constantemente entre sí. El mito que transcribimos pertenece a Brasil y fue tomada de la obra Mitología Americana: selección de los mitos aborígenes de América. Madrid: Ediciones Guadarrama, de Mariano Izquierdo G (1956):


.


Otro héroe mitológico de los tupinambá es Maira-atá, quien figura como un esclarecido hechicero, que predecía el porvenir con ayuda de los espíritus. Lo que más Hombradía le ha dado en la mitología brasileña es el haber sido padre de dos mellizos míticos, Ariconte y Tamendonare, los cuales provocaron el diluvio. Los dos hermanos eran enemigos, e incluso no nacieron del mismo padre. Según el mito tupinambá, el uno era hijo de Maira-Atá, y el otro de un simple mortal, de nombre Sarigoys. La 'madre de los mellizos, viéndose abandonada por Maira-Atá, emprendió un viaje en busca de su marido, guiada por el hijo de él, que llevaba en su seno. En sus pesquisas llegó a casa de Sarigoys, e'i cual le ofreció hospitalidad y la dejó en cinta de otro infante. Después siguió la madre su camino, y llegó a un poblado de indios tan malvados que la mataron, la descuartizaron y se la comieron. A tiempo, los gemelos fueron recogidos por una mujer, la cual cuidó de su crianza. Llegados a mayor edad, se propusieron vengar a su madre; en esa idea, atrajeron a los asesinos de ella a una isla, so pretexto de ir a recoger frutas. Cuando ya los caníbales estaban en el agua, los gemelos levantaron una tempestad que los hundió a todos; no contentos con eso, los convirtieron en tigres.
Saciado el deseo de venganza, los mellizos partieron en busca de su padre, y dieron con él en un pueblo, en que él ejercía de brujo. El se alegró de verlos; mas, antes de reconocerlos por hijos, los sometió a diversas pruebas.
La primera prueba consistió en disparar el arco; mas las flechas de los mellizos se quedaron en el aire. Le segunda prueba exigida consistió en pasar a través de la peña IthcIrapi, cuyas dos mitades se volvían a juntar rápidamente. El hijo de Sarigoys pasó el primero, pero quedó aplastado. Entonces su hermano, recogiendo los restos de su cuerpo, le devolvió la forma primera y la vida. A lo último, pasaron todos dos.
A pesar de todo, Maira-Atá no quedó satisfecho de las dos pruebas y exigió otra: mandó a los mellizos que fuesen a apoderarse del cebo con que Añan atrapa el pez Alain y que sirve de alimento a los muertos. También esta vez fue el hijo de Sarigoys quien afrontó primero la prueba; pero fue estrangulado por Añán. Acudió su hermano y le devolvió la vida. De nuevo acometieron la empresa y lograron apoderarse del cebo misterioso; lleváronlo a Maira-Atá, el cual con eso ya los reconoció a los dos por hijos suyos.

Brasil - Mito Tupí - Diluvio



Los tupinambá son una nación indígena de la que formaban parte los tamoios, los temiminó, los tupiniquim y los tupinambáes. Son las tribus que conformaron la Confederación de los Tamoios, cuyo objetivo era luchar contra los portugueses, conocidos con el nombre de perós. A pesar de compartir un mismo origen étnico, las distintas tribus que componían la nación tupinambá luchaban constantemente entre sí. El mito que transcribimos pertenece a Brasil y fue tomada de la obra Mitología Americana: selección de los mitos aborígenes de América. Madrid: Ediciones Guadarrama, de Mariano Izquierdo G (1956):


.
Monán dejó caer fuego del cielo. El fuego consumió todo cuanto había en la tierra. Cuál sería la acción del fuego, que por su calor se formaron entonces los valles y las montañas.
Solamente un hombre se salvó, porque de él tuvo Monán misericordia. Para salvarlo lo transportó al cielo o a otro lugar delicioso. Más tarde, Monán le dio una mujer por compañera, y de aquel privilegiado matrimonio proviene toda la actual descendencia humana.
Monán el primero de los héroes civilizadores, a quienes suponen también creadores de los hombres. Monán (anciano), mucho después de haber creado a los hombres, destruyó el mundo por un diluvio, y por el fuego.
Después de él vino Maire-Monán (el transformador), el cual, por otra parte, es por muchos, identificado con Monán. Tenía el poder de transformar a los hombres y animales en toda suerte de cosas, para castigarlos por sus maldades. Él fue quien enseñó a los tupinambá el cultivo de la tierra y el arte del buen gobierno.


Cuenta un mito que los hombres, irritados por algunas metamorfosis a que los sometió Maire-Monán, tramaron su muerte. Con este intento invitáronle a una fiesta, uno de cuyos atractivos debía consistir en que Maire-Monán saltara por encima de tres grandes hogueras.
Después de saltar la primera, se desvaneció al saltar la segunda, y murió abrasado en la fogata; al estallar su cabeza dio origen al trueno, y con la llamarada de su cuerpo se formó el rayo. En seguida fue transportado al cielo, en donde brilla transformado en estrella.

Brasil - Mito Tupí - Dios maligno



Las lenguas tupí-guaraní constituyen una subfamilia de 53 lenguas de la familia Tupí que se hablan o se hablaban en la Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Guayana francesa, Paraguay, Perú, Uriguay y Venezuela. Comprende once subgrupos de lenguas. Además, las lenguas tupí-guaraní son probablemente el grupo de lenguas mejor estudiadas de la Amazonia. El mito que transcribimos pertenece a Brasil y fue tomada de la obra Mitología Americana: selección de los mitos aborígenes de América. Madrid: Ediciones Guadarrama, de Mariano Izquierdo G.:
.



Entre las deidades, más que veneradas, temidas por los Tupinambaes, una de las más poderosas es Tupan, al cual consideran como el demonio del trueno y de los relámpagos.
A este genio maléfico no le tributan culto ni le dirigen plegarias. Lo representan en figura de un hombre pequeño y rechoncho, con cabellos ondulados. Es el hijo menor del héroe civilizador Nanderevuzu y de su esposa Nandecy, a la cual profesa Tupan maravilloso afecto. Sólo en atención a su madre abandona Tupan su morada, situada en el Oeste; por ir a reunirse con ella en el Oriente.

A cada viaje, provoca una tempestad; el estampido del trueno lo causa el asiento hueco de Tupan, que a la vez le sirve de embarcación para atravesar los cielos. Lleva siempre en su batel dos pájaros, que tiene a su servicio; en concepto de los indios, son los anunciadores de las tormentas. Una vez desencadenadas las tempestades, ya no tienen fin hasta que Tupan llega al lado de su madre.

Brasil - Mito Tupí - Dioses



Las lenguas tupí-guaraní constituyen una subfamilia de 53 lenguas de la familia Tupí que se hablan o se hablaban en la Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Guayana francesa, Paraguay, Perú, Uriguay y Venezuela. Comprende once subgrupos de lenguas. Además, las lenguas tupí-guaraní son probablemente el grupo de lenguas mejor estudiadas de la Amazonia. El mito que transcribimos pertenece a Brasil y fue tomada de la obra Mitología Americana: selección de los mitos aborígenes de América. Madrid: Ediciones Guadarrama, de Mariano Izquierdo G.:


.
Tupan es el dios supremo, el espíritu trueno y el ser que preside a la agricultura. Añán, es el maléfico, que desentierra los cadáveres cuando los familiares no han cumplido el importante requisito de distribuir alimentos alrededor de la tumba. Los indígenas se aterran al oír su nombre, pues cuentan que Añán se lanza sobre los hombres para atormentarlos. El recurso es acudir al hechicero, el cual tiene virtud para conjurarlo y hasta lo obliga a predecir el porvenir.
Marakas, se llaman los dioses lares del Brasil primitivo, los protectores de las casas. Los representan en frutos especiales con adornos de plumas, que los sacerdotes cuidan de clavar sobre astas o picas y los fijan en tierra.
Los indígenas los veneran en sus casas como oráculos, y en agradecimiento a su protección dispensada, comen y beben alegremente en su presencia.

viernes, 8 de octubre de 2010

Brasil - Mito Tupí - El diluvio





Las lenguas tupí-guaraní constituyen una subfamilia de 53 lenguas de la familia Tupí que se hablan o se hablaban en la Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Guayana francesa, Paraguay, Perú, Uriguay y Venezuela. Comprende once subgrupos de lenguas. Además, las lenguas tupí-guaraní son probablemente el grupo de lenguas mejor estudiadas de la Amazonia. El mito que transcribimos pertenece a Brasil y fue tomada de la obra Mitología Americana: selección de los mitos aborígenes de América. Madrid: Ediciones Guadarrama, de Mariano Izquierdo G (1956):


.

Tupaicuá, el primer hombre, nació en el fondo de un lago y tuvo dos hijos, que fueron Tupí y Guaraní. Ambos ,se dirigieron hacia regiones que riega el Amazonas y poblaron con numerosa descendencia la Tierra. Cuando ya empezaban a organizarse como grandes pueblos, un inesperado y universal diluvio estuvo a punto de acabar con todo ser viviente. En tan gravísimo peligro, se presentó el profeta Tamandaré, el cual aconsejó a los hombres que buscaran refugio en las copas de las palmeras y que se alimentasen de sus dátiles.
De esta manera lograron salvarse del general exterminio algunas familias de tupíes y guaraníes. Pero algún tiempo despues, surgió tan enconada contienda entre las mujeres de ambos linajes, que sus caudillos no tuvieron más remedio que poner mucha tierra entre ambas tribus Tupí se quedó con los suyos en el Brasil, pero Guaraní condujo a su gente hacia el Sur, hasta las inmensas regiones regadas por los famosos ríos Paraguay, Uruguay y Paraná

martes, 5 de octubre de 2010

Perú - Mito Huarochiri - Primeros seres

Se ofrece a continuación un mito sobre el diluvio, originario de la actual provincia de Huarochirí, en la sierra de Lima, Perú. Aparece en un Manuscrito quechua sin título recogido a fines del s. XVI por el sacerdote cuzqueño Francisco de Avila. El relato fue tomado de la página web de Dioses y Hombres de Huarochiri:

.


En tiempos muy antiguos existió un huaca llamado Yanamca Tutañamca. Después de estos huacas, hubo otro huaca de nombre Huallallo Carhuincho. Este huaca venció. Cuando ya tuvo poder, ordenó al hombre que sólo tuviera dos hijos. A uno de ellos lo devoraba, al otro, al que por amor escogieran sus padres, lo dejaba que viviera. Y desde entonces, cuando moría la gente, revivían a los cinco días, y del mismo modo, las sementeras maduraban a los cinco días de haber sido sembradas. Y estos pueblos, los pueblos de toda esta región, tenían muchos yuncas. Por eso aumentaron tanto y, como se multiplicaron de ese modo, vivieron miserablemente, hasta en los precipicios y en las pequeñas explanadas de los precipicios hicieron chacras, escarbando y rompiendo el suelo. Ahora mismo aún se ven, en todas partes, las tierras que sembraron, ya pequeñas, ya grandes. Y en ese tiempo las aves eran muy hermosas, el huritu y el caqui, todo amarillo, o cada cual rojo, todos ellos.
Tiempo después, apareció otro huaca que llevaba el nombre de Pariacaca. Entonces, él, a los hombres de todas partes los arrojó. De esos hechos posteriores y del mismo Pariacaca vamos a hablar ahora. En aquel tiempo existió un huaca llamado Cuniraya, existió entonces. Pero no sabemos bien si Cuniraya fue antes o después de Pariacaca, o si ese Cuniraya existió al mismo tiempo o junto con Viracocha, el creador del hombres; porque la gente para adorar decía así: "Cuniraya Viracocha, hacedor del hombre, hacedor del mundo, tú tienes cuanto es posible tener, tuyas son las chacras, tuyo es el hombre: yo". Y cuando debían empezar algún trabajo difícil, a él adoraban, arrojando hojas de coca al suelo: "haz que recuerde esto, que lo adivine Cuniraya Viracocha" diciendo, y sin que pudieran ver a Viracocha, los muy antiguos le hablaban y adoraban. Y mucho más los maestros tejedores que tenían una labor tan difícil, adoraban y clamaban. Por esa razón hemos de escribir de las cosas que ocurrieron antes que él [Cuniraya] existiera, junto con los sucesos de Pariacaca.

Perú - Leyenda Huarochiri - Cahuillaca



Se ofrece a continuación una leyenda sobre Cahuillaca, originaria de la actual provincia de Huarochirí, en la sierra de Lima, Perú. Aparece en la obra Huarochirí: Ritos y Tradiciones. Manuscrito quechua del siglo XVII (Lima, 2001) de Gerald,Taylor y fue tomada de la web Mitología Andina:
.


"Había una mujer que se llamaba Cahuillaca y que también era huaca. Esta Cahuillaca era todavía doncella. Como era muy hermosa, todos los huacas y huillcas deseaban acostarse con ella. Pero ella siempre los rechazaba. Sucedió que esta mujer, que nunca se había dejado tocar por un hombre, estaba tejiendo debajo de un lúcumo. Cuniraya gracias a su astucia, se convirtió en pájaro y subió al árbol. Como había allí una lúcuma madura, introdujo su semen en ella y la hizo caer cerca de la mujer. Ella, sin vacilar, muy contenta, se lo comió. Así quedó preñada sin que ningún hombre hubiera llegado hasta ella.Nueve meses más tarde, como suele suceder con las mujeres, Cahuillaca también dio a luz, pese a ser todavía doncella. Durante más o menos un año, crió sola a su hijo, amamantándolo. Siempre se preguntaba de quien podría ser hijo. Al cumplirse el año -el niño ya andaba a gatas- mandó llamar a todos los huacas y huillcas para saber quien era el padre. Cuando oyeron el mensaje, todos los huacas se regocijaron mucho y acudieron vestidos con su más fina ropa, cada uno convencido de ser quién Cahuillaca amaría. Esta reunión tuvo lugar en Anchicocha. Cuando llegaron al lugar donde residía esa mujer todos los huacas y huillcas se sentaron. Entonces ella les habló: " ¡Mírenlo! varones, señores, ¡reconozcan a este niño! ¿Quién de ustedes es el padre? ". Y a cada uno le preguntó si era él. Pero ninguno dijo que era su hijo.Cuniraya Huiracocha se había sentado a un lado, como suelen hacer los muy pobres. Cahuillaca no le preguntó a él, pues le parecía imposible que su hijo hubiera podido ser engendrado por aquel hombre pobre, habiendo tantos varones hermosos presentes. Como nadie admitía que el niño era su hijo, le dijo a éste que fuera el mismo a reconocer a su padre, pero antes le explicó a los huacas que, si el padre estaba presente, su hijo se le subiría encima. El niño anduvo a gatas de un lado a otro de la asamblea, pero no se subió encima de ninguno hasta llegar al lado donde estaba Cuniraya, su padre. Enseguida, muy alegre, se trepó por sus piernas.
Cuando su madre lo vió, furiosa, gritó: "¡Ay de mí! ¿Cómo habría podido yo dar a luz el hijo de un hombre tan miserable?". Con estas palabras, cargó a su hijito y se dirigió hacia el mar. Entonces Cuniraya Huiracocha dijo: "¡Enseguida me ha de amar!" y se vistió con un traje de oro y empezó a seguirla. Al verlo todos los huacas locales se asustaron mucho. "Hermana Cahuillaca", la llamó, ¡mira hacia aquí! Ahora soy muyhermoso" y se irguió iluminando la tierra. Pero Cahuillaca no volvió el rostro hacia él. Con laintención de desaparecer para siempre por haber dado a luz el hijo de un hombtçre tan horrible y sarnoso, se dirigió hacia el mar. Al momento mismo en que llegó al sitio donde, en efecto, todavía se encuentran dos piedras semejantas a seres humanos, en Pachácamac, mar adentro, se transformó en piedra."

Ecuador - Mito Tsáchila - Origen seres



La tribu Tsáchila de Ecuador vive en la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas. Los hombres de la tribu son conocidos porafeitar los lados de la cabeza y peinar el resto del cabello con una mezcla de grasa que se tiñe de color rojo brillante con semillas de achiote. Hablan el lenguaje Tsafiki o Tsáchila de la familia lingüística Barbacoa. Su nombre común "Colorado" se les dio porque cuando fueron descubiertos por los españoles cubrían todo su cuerpo con el tinte rojo de las semillas. Este mito fue recogido de la web Mama-Puma.
.



La mujer que inundó la tierra solía pescar con barbasco a los tsáchilas, los cuales eran como los de hoy. Antes de proceder a pescarlos se la pasaba contan­do los cabellos de todos. No se sabe cuántos tenía que contar, pero los con­taba todos. Cuando terminaba de contar, botaba los cabellos a las aguas y al hacerlo, las aguas crecían. De este modo mataba a los tsáchilas. Morían ahogados y ella recogía a los que perecían. La mujer era tan grande que las aguas le daban hasta las rodillas. Las aguas no le resultaban profundas. De pie recogía a los que se ahogaban. Las aguas arrasaban con todo: sajinos, puercos, in­dómitos, venados, perros, gente... La vieja que inundaba no recogía a los flacos, reco­gía exclusivamente a los gordos y para comprobar si tenían suficiente grasa les hundía en la carne un instru­mento punzante: así podía ver si estaban como a ella le apetecía. Estando en estos trajines, la mujer vio venir flotando en las aguas a un niñito. Estaba vivo, no se había ahoga­do porque estaba agarrado a un tronco. La mujer se lo llevó consigo para que le sirviera de cocinero. Ella no podía cocinar pues... ¡vivía tan ocupa­da! Se lo llevó a su casa y el chico se la pasaba asando en una parrilla a cuanto gordo recogía la vieja: gente, perros, de todo. Mientras el niño asaba, la mujer junto con su hija, contaba cabellos. Las mujeres eran dos: la vieja y su hija. Las dos se vivían contando cabellos y el niño asando gordos.Ya empezaban a bajar las aguas de la inundación y el niño continuaba asando. Las aguas no habían logrado arrasar con todo. Que­daron en pie unos árboles de guaba y en uno de ellos estaba vivo un monito cusumbo. El cusumbo estaba gordísimo de modo que la vieja lo tomó al instante. Lo puso junto a los demás para asarlo y para que no se derritiese completamente lo colocó a un extremo de la parrilla. A la vieja le gustaba la grasa! El niño por su parte se preocupaba de asar bien la carne. Le daba las vueltas para que se cocinara uniformemente. La vieja y su hija entre tanto continuaban contando cabellos. Para sorpresa del pequeño cocinero resultó ser que el cusumbo no era cusumbo sino un rayo, así es que el rayo habló y le dijo: -Cúbreme un poco de la candela, no dejes que me queme y huye inmediatamente. Cerca de allí había unas matas de camacho. El rayo le dijo al niño que corriera hasta esas matas porque él destruiría a la vieja y a su hija. Las mujeres escucharon los susurros y casi logran sorprender al rayo y al niño conversando, por ello le preguntaron al chico:
-¿Con quién estás conversando?
-¿Yo? -replicó el niño- Yo no estaba conversando con nadie. Solamente me decía a mi mismo, en voz alta, que hace mucho calor.
Al escuchar esta respuesta las mujeres se tranquili­zaron y se quedaron sentadas donde estaban. Las muje­res se descuidaron y el niño se fue corriendo hasta las matas de camacho. No bien había llegado hasta allí, cuando empezó una tempestad de rayos y de truenos. Rayos y truenos atacaron a la vieja que inundaba la tierra de los tsáchilas y a su hija. La hija alcanzó a tirarse al agua, pues allí había una laguna, la cual se había formado con los cabellos que ellas tiraban. La hija se salvó pero la vieja murió en aquel mismo sitio.
El niño regresó a su casa para después volver a marcharse de allí. Antes de partir le dijo a la gente.
-Cuando ustedes se hayan convertido en arcilla, yo todavía estaré como ahora.
Dicho esto despareció. Ahora, cuando brilla el sol con intensidad y hace mucho calor, se escucha un silbido. Cuentan que ese niño es el que silba. Eso cuentan los abuelos.



domingo, 19 de septiembre de 2010

Panamá - Mito Kuna - Creación

Kuna (o Cuna) es el nombre de un pueblo amerindio localizado en Panamá y Colombia. Su idioma hace parte de la familia lingüística Chibcha. En lengua Kuna, se autonominan como Dule (o Tule), que significa "persona". Por ejemplo, andule 'yo,' we dule 'esa persona.' Los Kunas no se autodenominan indios; sino Kunas o Dule. El presente mito fue relatado por Juan Alberto Aguilar D., y fue tomado de la página de Monografías.

.



El planeta era una masa de tierra compacta sin mar ni ríos ni quebradas ni hombres. Los únicos pobladores eran los animales hablaban como las personas de hoy y aquellos que tenían cuatro patas andaban sobre dos. Tal fue el paisaje que vio Ipelele Opa a su llegada. Pero un día su esposa vino ebria y él no supo a qué atribuirle la causa. Entonces se sacó una muela que se metamorfoseó en arriera y ella anduvo, anduvo hasta llegar a Ipuwala: era un árbol grande, frondoso, cuya copa era un bosque donde tenían los animales plantaciones de maíz, arroz, cañas de azúcar, guineos de jugo embriagante y otras plantas que servían de alimentos a los animales.
Así fue como Ipelele Opa determinó talarlo. Congregó a los habitantes de la tierra y ellos obedecieron. Pese al esfuerzo que realizaron juntos aquel día lograron solamente la mitad de la tarea. Al día siguiente, cuanto Ipelele Opa y los animales llegaron para terminar de talar se maravillaron grandemente y no encontraron explicación alguna de cómo o por qué pudiese estar intacto el árbol. Acometieron con mayor esfuerzo. Trataron de terminar pronto. Trabajando los sorprendió la noche y se vieron obligados a irse al descanso. Ipuwala quedó solo, envuelto en la oscuridad, hasta la mañana siguiente en que llegó Ipelele Opa y su séquito de animales para reanudar el trabajo, pero el árbol estaba ya sin las cortaduras del día anterior. Pelele Opa montó en cólera, pero ninguno supo darle explicación alguna y volvió a mirar a Ipuwala: enorme, frondoso, intacto.
Al llegar la noche, el árbol estaba cortado hasta la mitad únicamente. Se suspendió el trabajo. En esta ocasión se escondieron entre las malezas. Disimulados por las sombras, aparecieron: Olo No, sapo de brillantes ojos: Olo Nia, diablo dorado; Olo Naipe, serpiente de áurea mirada; Olo Achu, perro de oro; cada uno por cada uno de los cuatros puntos cardinales, respectivamente. Al llegar estos animales al árbol juntaron sus lenguas al corte e Ipuwala volvió a cerrarse, pero ellos murieron atravesados por las saetas invencibles del terrible flechador Puksu.
Inmediatamente, en plena noche, Ipelele Opa y los animales se pusieron a talar y los pedazos que caían se transformaban en cangrejos, aretes, zorros, etc. Cuando llegó el sol, habían logrado cortar el árbol, pero no cayó por más que le mecían y remecían: sus frondosas ramas estaban enredadas con las nubes. Para desenredarlo, Ipele Opa llamó a una ardilla.
Llevaba entre los dientes un machete, mas habiendo escalado un poco se resbaló y cayó cortándose la espalda: desde entonces se le conoce como Esttinkana, cortado con machete. "Sube tú", le ordenó al mono, pero al llegar a la copa, el animal no pudo desenredar el árbol ni tampoco se bajó. Desde entonces vive en los árboles con el nombre de aullador.
En última instancia, llamó a una ardilla más pequeña, sin embargo ésta se negó aduciendo estar casado y en vista de ello Ipelele Opa le prometió otra mujer; la hija de Mastalipe.
A pesar de todo, el héroe esperó dos días porque el animal le dijo que antes era preciso acostarse con ella. Ipele Opa le entregó un hacha de oro y además determinó regalarle un vestido dorado al finalizar el trabajo. El animal se preparó a la vista del público. Tomó impulso. Se oyó el hachazo y en medio del más ruidoso de los estruendos se desplomó el árbol y de él nacieron los mares, los ríos y las quebradas; pero nunca más se supo de la pequeña ardilla.
Con una fiesta de gran solemnidad se celebró este hecho, pero hubo peleas al embriagarse los animales y por ello Ipelele Opa los castigó haciéndoles perder los caracteres humanos y así fueron arrojados hacia las selvas y aquellos que andaban sobre dos patas anduvieron sobre cuatro y las plantaciones quedaron para los hombres que nacerían con el tiempo.
Después de este acontecimiento el héroe subió al Cielo. Luego envió a Ipelele Sipukua y a su esposa a la tierra. A su arribo se detuvieron en las verdes pestañas del árbol del calabazo, en la cima de la montaña Takarkuna (la cuna de los kunas). Esta pareja tuvo hijos y sobrinos entre los cuales se puede contar a Ipelele Okkelele, que también tuvo hijos y sobrinos, como Ipelele Kakkatottokun, por ejemplo, quien a su vez tuvo hijos y sobrinos y así sucesivamente hasta que nacieron los Tule. Tal es la historia de Ipuwala, tal el nacimiento de los mares, de los ríos y de las quebradas, tal la genealogía de los kunas.

Chile - Mito Mapuche - Cosmología

Los Mapuches han ocupado zonas de Chile y en Argentina en las Provincias de Neuquén y Río Negro. A la llegada de los conquistadores, superaban el millón de personas y nunca pudieron ser dominados por los españoles. Actualmente hay un movimiento de recuperación de sus aspectos culturales, su reconocimiento como etnia y de recuperación de sus tierras. La historia que acá se relata sobre el Ánima y la Muerte es tomada de la página web de Wikipedia.
.


La etnia Mapuche representa al mudo con una forma como de naranja, de la cual solo la mitad se puede apreciar por quienes viven en este mundo. Puede resumirse de la forma siguiente:
- En el plano vertical (espiritual): Tanto la humanidad (che), como los espíritus de los antepasados, Pillán, participan de los dos mundos, manteniendo un equilibrio dinámico entre el bien y el mal. El mundo donde vive el hombre es llamado Mapu, y sobre este, el Ankawenu (cielo). Son tres las dimensiones que, interrelacionadas, conforman la estructura del universo Mapuche en el plano vertical:

Wenu Mapu: En el extremo superior de la Nag Mapu está la Wenu Mapu, la tierra de arriba, espacio sagrado e invisible donde habitan la familia divina, los espíritus del bien y los antepasados mapuche.
Nag Mapu: Se denomina así a la tierra central, también conocida como "la tierra que andamos", aquel espacio visible que es habitado por los hombres y la naturaleza.
Miñcge Mapu: En el extremo inferior de la Nag Mapu, está la Miñche Mapu, la tierra de abajo, donde se encuentra la fuerza del mal o espíritus malignos.
- En el plano horizontal (terrenal o Nag Mapu)
Al conjunto de relaciones espaciales y particularidades territoriales del mundo Mapuche en el plano del Nag Mapu, se le denomina Meli Witran Mapu.
Corresponde a la manera de entender la tierra pengei (visible) que habita el mapuche organizada a partir de los meli zuam (cuatro lados de la tierra), lados que definen particulares modos de vida a partir de la manera en que el Mapuche se relaciona en cada uno de ellos con la naturaleza y el medio que los rodea. Como puntos cardinales quedaría definido el mapu como: Este (Pwel Mapu): Lugar de los dioses, los espíritus benéficos, los antepasados, rogativa a los dioses, la ayuda divina.
Norte (Pikun Mapu): Lugar de Mala suerte.
Oeste (Lafken Mapu o Nau Mapu): Lugar de los espíritus del mal.
Sur (Willi Mapu): Lugar de Buena suerte.
Igualmente, es por ello que, en el aspecto ritual, la religiosidad mapuche no se expresa por medio de templos u otras construcciones con carácter de sacralidad. Al contrario, se traduce en un íntimo contacto con la naturaleza, los Ngen, y la tierra representada en la Ñuke Mapu. Por lo tanto un claro en el bosque, rodeado por árboles (ojalá canelos) y purificado a través de bailes rituales, se covierte en el templo más sagrado. La sola construcción que admiten es el rewe, un tronco de canelo en el que han sido labrados unos altos peldaños que permiten al oficiante, el Machi, el Ngenpin, subir a su ápice.
La cosmogonía mapuche ubica el origen de los mapuches en el mapu. Se dice que, antes de poblar la tierra, los espíritus miraban desde arriba y veían todo desierto, hasta que les fue permitido enriquecerla con innumerables formas distintas, hechas con el material de las nubes; luego bajaron los hombres del cielo, conociendo el lenguaje de la naturaleza, y trajeron el idioma mapuche, que es el mismo que se habla en el cielo. Los espíritus les prometieron que los harían regresar en el futuro.

Guatemala, Mito maya, Leyenda de la tejedora y el colibrí

La leyenda La tejedora y el colibrí proviene de la región de Huehuetenango, en Guatemala, en donde existe una composición étnica muy variada, con diversos grupos, todos provenientes del tronco común maya. Este relato está tomado del artículo Literatura popular de un área indígena de Guatemala: El Caso de Huehuetenango, del investigador Celso Lara F. La narración es la siguiente:

.


Una vez había un patojo que estaba paseando. De repente llegó a un rancho donde había un naranjo enfrente. El naranjo tenía muchas flores muy blancas, y había una patoja muy chula sentada debajo tejiendo. Al patojo le gustaba mucho y cuando la vio desde lejos quiso estar con ella y platicar, pero no podía entrar porque el papá de ella estaba en el rancho y el patojo tenía miedo. Pero le gustaba mucho y quería estar ya ahí con ella, pero tenía mucho miedo.El patojo vio que el naranjo tenía muchas flores y dijo:
—¿Qué hago ahora para poderme enamorar a esta patoja? No aguanto la gana de no hablar con ella, no aguanto que ella no Ilegue a ser mi mujer. Lo que voy a hacer es convertirme en un animal, pero no un animal malo, porque si me convierto en un animal malo se asusta la patoja y a lo mejor me mata. Mejor que me convierta en un colibrí para que le guste yo.
Entonces, se convirtió en un colibrí, salió volando y se fue a parar al naranjo. Estaba volando muy rápido y empezó a comer en las flores. Estaba haciendo mucho y era de color muy bonito. La patoja estaba tejiendo y cuando se dio cuenta del colibrí, de una vez fijaba los ojos en él y le gustaba mucho, ya no hacía su huipil, le gustaba mucho el colibrí y su color. El colibrí vio que la patoja se fijaba en él y por eso hacía más todavía, a veces llegaba muy cerca. Entonces, la patoja dijo:
—Es muy bonito ese animalito, pues ¿qué hago para poder tenerlo?, ¿se dejará él o no? Si se deja voy a hacer uno en mi huipil, igual a ese, lo voy a hacer muy chulo. Y que el colibrí nunca se iba.
Entonces, la patoja llamó a su papá y llegó el señor, el indio. Ella le dijo entonces:
—Tata, mira a ese animalito ahí. Me gusta mucho, ¿por qué no me lo matás? Quiero hacer uno en mi huipil, me gusta mucho.
Entonces, con mucho cuidado se fue el papá de la patoja, pero el colibrí no hacía nada, ni siquiera se movía para que no lo matara. Poco a poco llegó el señor con él y en la primera prueba lo agarró. La patoja estaba muy contenta, luego dejó su huipil y lo agarró de su papá. El colibrí no hacía nada, estaba en las manos de la patoja y estaba muy alegre. Y la patoja le dijo a su papá:
—Tata, buscále un lugar y pongámoslo dentro, no aguanto soltarlo.
Y buscaron una jaula y lo pusieron adentro y cerraron la puerta. A la patoja le gustaba tanto que no comía y también al colibrí le gustaba la patoja. Al anochecer lo pusieron en el rancho, pero el rancho estaba dividido en cuartos y los papás dormían en un cuarto y la muchacha dormía en otro, sólita ella. Cuando se fueron a dormir los papás lo pusieron con ellos, pero el colibrí no se conformaba con quedarse con ellos y se quedó apenado; comenzó a hacer ruido, que se tiraba con los lados de la jaula y chillaba mucho y todo.
La patoja lo estaba oyendo y se puso muy triste, y dijo:
—Y si se muere este colibrí... está muy agitado, no lo aguanto. Y se levantó pues. Abrió la puerta, entró donde estaban durmiendo sus tatas y dijo:
—Voy a llevarme este pajarito porque está muy agitado y tal vez se va a morir, ¿a'l'oyen?
—Ta'bueno pues, llevátelo pues, a ver si no te quita el sueño— le dijeron.
Se lo llevó ella y lo puso al lado de su tapexco y se acostó otra vez. Y el colibrí ya no hacía nada y comenzó a pensar:
—¿Qué hago ahora, pues? A saber si se asustará esta patoja por mí (pensaba el colibrí). A él le gustaba tanto la patoja que quería enamorarla y quería que llegara a ser su mujer.
Entonces, con mucho cuidado, despacito, se convirtió otra vez en patojo. Y así, poco a poco se le acercó y le habló (a la patoja):
—No te asustes, te quiero mucho. Te quise hablar ayer, pero ahí estaba tu tata y tuve miedo, por eso busqué la forma de verte y me convertí en colibrí. Ahora que estamos solos, ¿qué me decís? De veras, es cierto, te quiero mucho y no aguanto dejarte. Y quiero que me digas ahorita: ¿me querés, vos?, porque lo que es yo te quiero con todo mi corazón y para siempre.
El patojo era muy blanco y cuando la patoja lo vio quedó toda chiviada y no le dijo al patojo que lo quería a él. El patojo era muy blanco, ella sólo le dijo:
—Pues, muy bien —le dio su promesa al patojo, ¿verdad?
Entonces, como ellos estaban en un cuarto aparte, por fuerza tenían que pasar por donde estaban durmiendo sus papas de ella.
Y él le dijo a la patoja:
—Lo que yo quiero es que nos vayamos ahorita mismo.
—Muy bien, si querés nos vamos ahorita —le dijo la patoja.
Y es que ella quería mucho al patojo y por eso no le costó darle su promesa. Entonces le dijo:
—Espérate, que se queden bien dormidos mis tatas y cuando salgamos, pues, que estén dormidos de seguro.
Y él le preguntó:
—Es cierto lo que me decís. ¿No me mentís, verdá?
—No, pues, es verdad —le dijo ella.
El patojo ya estaba muy contento. La patoja con mucho cuidado abrió la puerta del cuarto donde estaban sus papás y le dice que estaban bien dormidos. Y le dijo el patojo:
—Vonós, ahora, vos, pues.
Poco a poco, despacito, salieron, pasaron con ellos, le quitaron la tranca a la puerta del rancho y salieron. Cerraron quedito y se fueron, pues. Al amanecer, los papás de la patoja vieron que ya no estaba. Y la nana, alaraquienta, comenzó a llorar y a entristecerse, y le dijo a su marido:
—Andá a buscar a mi hija, donde sea, y me la encontrarás. ¡Ay, mi hija! —decía la vieja—. Y es que es mi única. ¿Dónde se ha ido mi corazón? —decía, pues.
Y se fue el señor, el tata de la patoja, mandado por su mujer y los buscó en todo lugar pero nunca los encontraron. ¡A saber a dónde se fueron, si lejos o cerca!; la gente dice que nunca los hallaron.

jueves, 25 de marzo de 2010

Paraguay – Mito Guaraní – Leyenda del mate

Los Guaranis son los primos de los Tupis y viven en Paraguay. Su rica cultura fue tan fuerte, que hoy, más del 90% de la población paraguaya habla su lengua. La experiencia jesuítica de crear una república comunista cristiana guarani (1610 a 1768) amenazó las dos más ricas coronas de Europa en la época y dejó marcas profundas en la historia de la organización social y de la planificación urbana. Este hecho fue también la principal causa de la expulsión de los jesuitas de Brasil (1759) y de su extinción en el mundo 1773). Los hábitos guaraníes, a pesar de la represión ibérica, se esparcieron por el mundo. Uno de ellos, el de beber hierba mate, tiene sus orígenes retratados en este cuento. Caá es término tupi-guaraní para la hierba mate, pero en Brasil, a veces se usan las congonhas (del pantano-Echinodermus Pubescens, del gentío-Rudgea Viburnoides, del sertão-Villaresia Congonha ), cuya infusión tiene efectos medicinales destacados.

Esta leyenda del mate nos fue ofrecida por Heitor Luiz Murat, basado en una versión elaborada a partir de testimonios de cuenteros de Paraguay, pero anota que existen ocurrencias de esta historia junto a causeros en Rio Grande do Sul, Uruguay y Mato Grosso do Sul atribuyéndole un efecto brochante (anti-afrodisiaco). Presentamos la traducción al castellano hecha por Juan Carlos Alonso, seguida por la versión original del autor.
.

La india guaraní Iaraci era amante, a escondidas de la tribu, de un hombre que la visitaba todas las noches y la llenaba de amor por horas y horas sin fin.
Pero, a pesar de juguetear todas las noches con su amante, sufría de enorme soledad durante el día, pues no tenía ojos para hombre alguno de la tribu, por más fuerte que fuera. Y con eso iba alejándose de la convivencia con los suyos.
Cansada de esa situación, ella resolvió hablar con el amante, que se decía llamar hombre de la luna-Iaci, y le pidió que se casara con ella y ya no huyera al nacer el sol. Pero qué! El salvaje macota, desconversó de aquí, escapó de allí y acabó zafándose...
Ahí tiene mujer! Pensó Iaraci. Y resolvió descubrir dónde es que él iba y lo que hacía en esa vida de Tupã.
Allá una bella noche, en que su amante entró en la maroca, ya encontró un fuego en el piso y un brasero ardiendo. En forma disfrazada ella comenzó a preparar una infusión de una hierba-caá (mate) que le había sido dada por el chamán.
Iaci quedó intrigado y curioso y mordió el cebo, pidiéndole que la dejara sorber unos sorbos de la bebida que era hecha de congoña, antes de que comiencen a meter.
Iaraci no regateó. Le dio una calabaza llena del líquido, que él bebió de una sóla vez.
Pero no dio otra cosa. Pasó un rato y el indio se quedó todo mole, que ya no prestaba p’a nada, sólo p’a dormir.
Cuando él estaba adormecido, Iaraci lo pintó todo de urucum, para que ella pudiera seguirlo y reconocerlo cuando fuera hacia su casa. Hecho eso, cansada, ella se durmió.
Allá por las tantas, Iaci se despertó con sed, de tanto calor que hacía. Su sudor había hecho escurrir toda la tinta de urucum que había en su cuerpo. Esa vez él tomó fue un tereré (mate frío), bien frío del rocío y de la brisa de la noche...
Esos sorbos lo revigorizaron y él volvió a hacer el amor con Iaci, aún estando ella adormecida.
La icamiaba se despertó asustada con el ataque de Iaci. Y en el lusco-fusco de la maroca, es que notó que su piel no estaba más roja de urucum. Para conseguir aún seguir su plan original, de marcar el cuerpo de Iaci para poder seguirlo de día, ella sólo tuvo tiempo de meter los dedos en el carbón, ensuciada de negro y pasarlos suavemente por el rostro blanco y blando del indio.
Pero la farra no paró ahí. Hicieron el amor hasta casi el amanecer y como siempre, Iaci, saciado, la dejó y escapó por el bosque antes de nacer el sol. Esa vez, sin embargo, ella estaba despierta. Siguió su rastro para ver dónde era su morada.
Durante todo el día, Iaraci siguió su trilla. Era fácil, parecía un camino de plata.
Por fin, cuando cayó la noche, ella vio la casa de Iaci y su rostro también, aún todo marcado por sus dedos sucios de carbón y de la tintura de la hierba mate. Iaci era nada más y nada menos que la propia luna. Desde entonces, la luna tiene esas manchas negras en la faz. Fue obra de Iaraci, con ayuda de la hierba mate.