Dicen los tehuelches que en el principio de todos los tiempos no había nada: ni tierra, ni agua, ni cielo, ni nubes. El único que existía era Kóoch, que iba a ser el creador del mundo. Kóoch vivía solo, adentro de la oscuridad (porque no había sol) y parece que al final se fue sintiendo cada vez más triste y más triste porque estaba solo, y empezó a llorar y llorar cada vez más. Tanto lloró y tantas lágrimas soltó, que así fue como se formó el mar, que fue lo primero que hubo sobre la Tierra.
Entonces, Kóoch paró de llorar y suspiró (como suspira uno después de haber llorado mucho). Suspiró y ese suspiro fue el primer viento que hubo en el mundo, y ese viento, que era fuertísimo, barrió un poco la oscuridad pero todavía no se veía bien: era como cuando falta poco para amanecer. Como quería ver, Kóoch levantó una mano y sacó una chispa enorme, que se convirtió en el Sol. El Sol, por su parte, también se puso a inventar: hizo las primeras nubes. Pero como había viento, ese viento tan fuerte salido del suspiro de Kóoch, las pobres nubes iban de aquí para allá sin parar un momento, y en seguida se cansaron y se enojaron y empezaron a protestar con truenos y a tirar rayos para todas partes.
Al final, Kóoch tuvo que intervenir para que el viento dejara un poco en paz a las nubes y así ellas se tranquilizaron y pararon de tronar y relampaguear todo el tiempo como antes. Desde entonces, las nubes se enojan solo de vez en cuando y así vienen las tormentas. Después, Kóoch hizo una isla grande en medio de ese mar enorme, y fue creando la vida; así aparecieron los peces en el mar y los demás animales en esa primera tierra. Entonces, Kóoch inventó la Luna, para que de noche no estuviera tan oscuro. El Sol era hombre y la Luna mujer. Al principio nunca se veían, porque él salía de día y ella de noche; es más, ni sabían que el otro andaba por ahí. Pero las nubes, que se quedaban todo el tiempo en el cielo, les contaron y a ellos les dio curiosidad por conocerse. Tanta curiosidad les dio, que un día el Sol se apuró y salió más pronto que siempre para poder espiar a la Luna antes de que se fuera, y otra vez fue ella que salió antes de tiempo, para ver al Sol.
Al final, se casaron.Kóoch creó algunas otras cosas, hizo la Patagonia y como ya le pareció bastante, se fue a descansar a algún lugar en el horizonte. Si quedaban un montón de cosas por inventar y acomodar, ya se iba a ocupar otro, que estaba justo por nacer, y al que Kóoch hizo poderoso. Era Elal, el héroe. Pero de Elal vamos a hablar después.
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