Los indígenas Huitoto (o witoto) habitan en la zona del sur del departamento del Amazonas de Colombia. Se estima que esta etnia tiene una población de 6.245 personas. Los Huitoto hablan diversos dialectos de acuerdo con la zona donde se asientan. Este relato está tomado Las palabras de origen, de la Biblioteca básica de los pueblos indígenas de Colombia, del Ministerio de Cultura. El autor de este compendio es el filósofo colombiano Fernando Urbina. La narración es la siguiente:
Ella
se llama Nofïdeño y es la madre de todo. Genera los temblores, que es cuando
cambia la tierra de puesto y sacude todos los árboles frutales para que
alternen los frutos y pueda así aumentar la gente.
Ella
se acurruca para dar a luz y al hacer la fuerza necesaria para parir las frutas
vienen los remezones de la tierra, eso que llamamos temblores.
Cambia
de hombro la tierra y revisa los árboles del otro lado. De esa manera descansa,
pero la tierra tiembla; entonces dice:
–¿Por
qué mis hijos no quieren aumentar? Voy a mirarlos.
Baja
entonces el mundo de su hombro y busca entre los árboles aquellos que son
estériles, que no dan fruto, y arranca y bota y los cambia por buenos, para que
todas las mujeres den a luz hijos en esta tierra con el fin de que no se
desperdicien las frutas trabajadas por el hombre. Y esto es muy claro, pues
entre más poquita sea la gente, más se desperdician las frutas.
De
ahí viene nuestra costumbre de que si un hombre consigue una mujer, si resulta
estéril, entonces se separan, pero si es buena trabajadora la aprecian por su
diligencia y la dejan, siempre y cuando el varón consiga otra mujer en quien
tener los hijos. Y ahora, sigamos con la historia.
Luego
de haber hecho esos movimientos, nacimos nosotros. También nacieron el tabaco,
la coca y los árboles frutales. Fue nuestra madre Buinaiño quien nos parió en
esta tierra. Ella es la misma Nofïdeño.
Buinaiño
nos dio a mamar de sus senos y luego les dejó ese poder a todas las mujeres para
criar a los hijos con solo leche; y los niños pueden así engordar y crecer
alimentándose con solo líquido.
Buinaiño,
luego de habernos parido, se sacudió limpiándose toda la mugre que tenía antes
y quedó jovencita. La basura la soltó lejos donde se convirtió en árboles cuyas
frutas solo comen las bestias. Fueron esas las primeras frutas que se
conocieron sobre la tierra.
Después
de haber parido todo, ella quedó contenta de ver crecer a sus hijos bien
alentados, sin ninguna enfermedad. Entonces ella miró para arriba y vio que ya
no estaba sola, porque desde arriba estaba mirando nuestro padre Juzíñamui,
quien estaba vigilando y quien cuida el mundo. Luego ella miró hacia abajo y
vio a Buinaima, cuidando también de sus hijos para que nada les pasara.
Fue
desde ese momento que Buinaiño tomó varios nombres:
«Madre
de las frutas», «Madre de la humanidad», «Madre de los ríos»,
«Mensajera
de Juzíñamui» y «Madre de la Creación».
Ella
en medio de los ensueños lo encontró todo y nos lo trajo. No la vemos porque
siempre viene en sueños.
Ella
se pone muy contenta y cambia la tierra de un hombro a otro; es cuando nosotros
gritamos que la tierra se nos viene encima, que el mundo se va a voltear, que
el mundo se va a partir, y todo es falsa alarma: no pasa nada.
Ella,
Buinaiño, es la dueña de todo. Para que nos acordemos de ella, hace que la
tierra tiemble al cambiarla de hombro, así caeremos en cuenta de que somos sus
hijos y que hay un ser supremo que está dominando la tierra.
Nosotros
nacemos de las mujeres, pero la que nos pare en este mundo no es propiamente
nuestra madre, esta es solo una imagen de Buinaiño. Ella es la que en verdad
nos da la vida. Igual sucede con el padre: el que está presente no es
propiamente nuestro papá, él es solo una imagen de Juzíñamui y de Buinaima,
ellos son quienes nos dan la vida.
Nosotros
decimos moo, o sea «papá»,
porque nos hace crecer y nos cuida.
Cuando
tiembla, nosotros preguntamos: «¿Quién hace el movimiento?», y la coca nos
cuenta por medio de nuestros sueños que es nuestra madre quien lo hace, que
ella se llama Nofïdeño y que ha nacido antes de haber nacido la tierra.
Ella
conoce los nombres de todas las cosas que hay en la tierra porque ella fue la
que parió y puso nombre a todos los seres. Es por eso que nosotros le
pertenecemos y la respetamos.
Ella
hace los movimientos para que todos sus hijos se den cuenta y algunos salgan
con inteligencia y curiosidad de saber las cosas que ellaha hecho en este
mundo, para luego enseñar a los que sigan naciendo.
Nuestra
madre que es dulce, buena, cariñosa y amable nos arrulla con sus dulces
canciones y hace dormir al mundo. Es la noche. Al
despertar, ve a sus hijos afligidos. Entonces ella con sus caricias los baña y
al mismo tiempo refresca el mundo y calma la sed de todos.
Es
el rocío y la lluvia.
Muchas
veces, cuando las frutas se están secando, para que no se vuelvan raquíticas,
manda agua para que beban. Es el invierno.
Por
eso, todas las cosas que ella nos dejó, desde la leche del seno hasta las
frutas, son dulces. De ahí conocimos la
yuca, el tabaco, la coca y también nacimos nosotros. Por eso todos tenemos
madre, incluso
hasta
los animales que crían sus hijos con las frutas que son propias de ellos.
Después
de haber parido todo, y una vez concluida su tarea, ella se puso el nombre de
Komuidaño, quiere decir «Generadora de la gente», Creadora, «La que hace
nacer».
Son
cosas que hoy día estamos olvidando; nos importan poco pensando que eso es cosa
de viejos. Por eso nosotros hoy
día no aumentamos: es porque la tenemos olvidada y ella, para probarnos que ciertamente
existe, hace sus movimientos cambiando la tierra de un hombro a otro. Entonces
tiembla.
La
Madre removiendo todo hace saber que no deben olvidarse las cosas de antigua,
todo lo que ha sucedido, lo que ella ha hecho. Quiere que todos la tengamos
presente para que así vuelva a aumentar la gente como en los viejos tiempos.
Buinaiño
arregla toda la casa, acomoda cada cosa en su lugar, baña a sus hijos para que
vivan limpios y crezcan sin ninguna enfermedad, y ordena que así procedan con
sus hijos todas las mujeres que hay en la tierra.
Ella
es la «dueña de la yuca brava», «dueña de la yuca dulce», «dueña de la piña»,
«dueña del maní». Ella trajo [«sacó»] todo eso para que la gente aumente y lo
dejó como herencia a sus hijos.
Ella
hizo jechar la tierra y la sostuvo, y por eso tomó el nombre de Moziraño. Otro
de sus nombres es Bagïdaño, porque es capaz de hacer y multiplicar todas las
cosas. Ella no se cansaba de sostener el mundo, por eso se llama Nofïdeño,
«Mujer de piedra», porque el sostén del mundo –su osamenta– es la piedra, pero
ella es la misma Buinaiño.
De
ella misma nacen todas las cosas porque es la madre de todo el mundo. Cuando
ella tomó el nombre de Komuya Buinaño y Jebuya Buinaiño, eso quiere decir nacer
y aumentar, fue cuando empezaron a proliferar todas las gentes. Al decir ella
esas dos palabras se producía la multiplicación y luego vino la división por
tribus de toda la gente.
Todos
venimos de ella. Algunos piensan y dicen sin saber: «¡Yo soy distinto; yo soy
de otra gente!».
Olvidan
que todos venimos de una sola madre, que todos tenemos un mismo origen.
Ella,
después de haber hecho todo, cogió en sus manos la tierra y le puso un poco de
goma* para que no se fuera a caer de sus manos, para
que sus hijos no padecieran en forma alguna.
Ella,
cuando hace los cambios de posición o los movimientos, toma el nombre de
Jerénoaño. Ella hace esos movimientos cuando está probando si están firmes
todas las cosas que ella ha hecho.
Luego
de probarlas las coloca en su puesto.
Nosotros
hacemos lo mismo: probamos primero las cosas y las frutas. Si se encuentran aún
verdes no las cogemos, y si un alimento no está bien preparado no lo servimos,
así como nuestra madre lo hizo dando ejemplo.
Haciendo
sus movimientos, viendo que todo estaba firme, ella asentó su cuerpo, dejando
su nombre grabado en la tierra: Nofïdeño.
1 comentario:
no entiendo nada en realidad nofideño es la tierra, un dios o naturaleza. no entendiii???
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