.
Los guaraníes habían perdido el fuego pero lograron hacerse nuevamente del valioso elemento. Los Mellizos lo recuperaron de los cuervos, seres despreciables y egoístas, que se habían apoderado del indispensable factor y lo guardaban celosamente, custodiándolo en todo momento para que nadie pudiera utilizarlo. Las negras aves carroñeras se habían convertido en sus exclusivas dueñas.
Ñanderyke'y, planeó un artilugio para rescatarlo de sus detentadores, pues resultaba esencial para el desarrollo de la vida. El fuego tiene una aureola sagrada que atrae a todo los seres vivientes. Siendo capaz de destruir la existencia, a la vez, ofrece condiciones de fatalidad tan poderosas que la vida no podría desarrollarse sin él. En los fogones, las miradas se encandilan en la danzas de sus llamas que cobijan las imaginaciones de la mente. Su energía es la que cuece los alimentos. Su fuerza provee tibieza para el hogar y purifica de todo el mal. Su calor protege del crudo invierno y madura las ideas y los sentimientos.
Esperando lograr que su plan sea exitoso, Ñanderyke'y, se hizo acompañar de su hermano menor a la zona donde moran las grandes aves de rapiña. Al avistarlas, ocultó a Tyvra'i entre unos arbustos y, simulando estar muerto, se echó en el suelo, emitiendo nauseabundamente olores. Los cuervos descubrieron enseguida la presencia del supuesto cadáver. Sus finos olfatos percibieron muy pronto el olor del alimento y sus penetrantes miradas ubicaron rápidamente la presa. Con prudencia, rondaron el lugar sobrevolando al bulto tumbado. Al notar que todo estaba tranquilo y comprobar la ausencia de otros poderes, trajeron el fuego.
Una vez dispuestos los encendidos carbones sobre el cuerpo tendido, se posaron en las ramas de unos árboles cercanos y esperaron que se cocinara la presa. Repentinamente, el mayor de los Gemelos, se incorporó y, sacudiéndose enérgicamente, arrojó una multitud de brasas a su alrededor. En ese momento, un sapo, implicado en la artimaña, saltó desde su escondite sobre las ascuas desparramadas y tragó varias de ellas. Los engañados cuervos recogieron prestamente sus fuegos y emprendieron una veloz huida despavorida.
Entonces, Ñanderyke'y, ordenó al sapo que le entregara lo que había recogido pero este se resistió y queriendo engañarlo, dijo no haber tomado ninguno. Ante la insistencia y la amenaza de castigo, optó por vomitar varios carbones encendidos. Cuentas que, desde aquel tiempo, el sapo quedó con la piel rugosa, como ampollada, debido a la lumbre que había tragado.
Al recuperan el fuego, el héroe guaraní lo deposito dentro del tronco de varios árboles cuyas ramas, hasta hoy, contienen la fuerza ígnea que se les entregó en custodia. Ñanderyke'y, conservó ése secreto y conoce cómo obtener el fuego. Sabe cómo usarlo y controlarlo. Él, lo preservó al almacenarlos en esos gajos que, cuando están bien secos, frotados unos con otros, reproducen el valioso elemento.
Ese conocimiento lo transmitió a la descendencia guaraní que aprendió cómo generarlo desde esas ramas. Es uno de los legados que Ñanderyke'y, ha dejado para uso perenne.
1 comentario:
graxx me ayudo con la tareaa
Publicar un comentario