Los Mapuches han ocupado zonas de Chile y en Argentina en las Provincias de Neuquén y Río Negro. A la llegada de los conquistadores, superaban el millón de personas y nunca pudieron ser dominados por los españoles. Actualmente hay un movimiento de recuperación de sus aspectos culturales, su reconocimiento como etnia y de recuperación de sus tierras.
La historia que acá se relata es referida por Miguel Angel Palermo en el libro Cuentos que cuentan los Mapuches, y fue tomado de la página web CEIA - Centro de Identidad Aborigen.
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Hace mucho, mucho tiempo –hace casi sesenta mil años –había dos víboras enormes: una se llamaba Treng – Treng y la otra, kai – Kai. Treng – Treng era enorme de veras, grande como una montaña; era muy buena y quería a la gente. Kai – Kai era también grandísima, igual que la otra, pero no quería a las personas.
Un día, Kai – Kai quiso destruir todo: empezó a mover su corpachón y así hizo crecer el agua de los lagos y del mar. Todo se empezó a inundar.
Pero Treng – Treng vino enseguida para ayudar a los Mapuches: se puso a pelear con la otra víbora gigante y, como el agua crecía y crecía, arqueó el lomo para arriba, silbó fuerte y la gente, al escuchar su silbido, vino corriendo y empezó a subir por su cuerpo para escaparse de la inundación.
Treng – Treng y Kai – Kai peleaban y peleaban: una seguía subiendo el lomo más y más para que las personas no se ahogaran y la otra seguía meta dar coletazos para que el agua creciera y creciera. Así se pasaron días enteros.
La gente no la pasaba muy bien: algunos, los que eran más miedosos, por el susto se convirtieron en piedras (por eso en las montañas a veces se ven rocas que tienen forma de hombre o mujer); otros se enojaron tanto porque la inundación no paraba que se acabaron transformando en pumas y yaguaretés; a otros, que eran más lentos en subir, los alcanzó el agua y se volvieron peces y sapos.
Treng – Treng arqueó tanto el lomo para que no los tapara el agua, que casi tocó el cielo. Así fue como de las pocas personas que quedaban sin transformarse, a algunos se les quemó el pelo con el sol, y por eso ahora hay gente pelada.
Al final, Kai – Kai se cansó de pelear y de sacudirse, se quedó quieta, el agua empezó a bajar y Treng – Treng fue aplastando el lomo.
Cuando el agua volvió a los lagos y al mar, los pocos Mapuches que habían quedado recorrieron la tierra y vieron que ahora les gustaba más que antes: estaba limpia y linda, con los árboles verdes y el pasto crecido y tierno, y el aire más puro. En fin, la Tierra estaba rejuvenecida.
Entre la gente, ya no había más miedosos (se habían quedado convertidos en piedras) ni furiosos (ahora eran fieras); todo era mejor.
Esos Mapuches tuvieron hijos, y estos hijos se casaron y tuvieron más hijos, y en poco tiempo todo estaba lleno de gente, como antes; de ellos desciende todos los Mapuches de hoy.
Y ellos dicen que cada muchos miles de años, cada vez que la Tierra se pone vieja y cansada, aparece Kai – Kai y arma la inundación, pero que siempre Treng – Treng está atenta a lo que pasa (aunque parezca dormida y se la confunda con una montaña donde crecen árboles y todo) y viene enseguida para salvar a los buenos, a los que saben ser corajudos pero pacientes.
Un día, Kai – Kai quiso destruir todo: empezó a mover su corpachón y así hizo crecer el agua de los lagos y del mar. Todo se empezó a inundar.
Pero Treng – Treng vino enseguida para ayudar a los Mapuches: se puso a pelear con la otra víbora gigante y, como el agua crecía y crecía, arqueó el lomo para arriba, silbó fuerte y la gente, al escuchar su silbido, vino corriendo y empezó a subir por su cuerpo para escaparse de la inundación.
Treng – Treng y Kai – Kai peleaban y peleaban: una seguía subiendo el lomo más y más para que las personas no se ahogaran y la otra seguía meta dar coletazos para que el agua creciera y creciera. Así se pasaron días enteros.
La gente no la pasaba muy bien: algunos, los que eran más miedosos, por el susto se convirtieron en piedras (por eso en las montañas a veces se ven rocas que tienen forma de hombre o mujer); otros se enojaron tanto porque la inundación no paraba que se acabaron transformando en pumas y yaguaretés; a otros, que eran más lentos en subir, los alcanzó el agua y se volvieron peces y sapos.
Treng – Treng arqueó tanto el lomo para que no los tapara el agua, que casi tocó el cielo. Así fue como de las pocas personas que quedaban sin transformarse, a algunos se les quemó el pelo con el sol, y por eso ahora hay gente pelada.
Al final, Kai – Kai se cansó de pelear y de sacudirse, se quedó quieta, el agua empezó a bajar y Treng – Treng fue aplastando el lomo.
Cuando el agua volvió a los lagos y al mar, los pocos Mapuches que habían quedado recorrieron la tierra y vieron que ahora les gustaba más que antes: estaba limpia y linda, con los árboles verdes y el pasto crecido y tierno, y el aire más puro. En fin, la Tierra estaba rejuvenecida.
Entre la gente, ya no había más miedosos (se habían quedado convertidos en piedras) ni furiosos (ahora eran fieras); todo era mejor.
Esos Mapuches tuvieron hijos, y estos hijos se casaron y tuvieron más hijos, y en poco tiempo todo estaba lleno de gente, como antes; de ellos desciende todos los Mapuches de hoy.
Y ellos dicen que cada muchos miles de años, cada vez que la Tierra se pone vieja y cansada, aparece Kai – Kai y arma la inundación, pero que siempre Treng – Treng está atenta a lo que pasa (aunque parezca dormida y se la confunda con una montaña donde crecen árboles y todo) y viene enseguida para salvar a los buenos, a los que saben ser corajudos pero pacientes.
2 comentarios:
Me alegra encontrar un mito de un pueblo de mi país acá, la verdad es que a este tipo de cosas no le dan la importancia que merece. No basta con conocer la mitología griega. También es necesario conocer las creencias de nuestros pueblos.
Lo mismo que el comentario anterior, pero noto un gran error en el título de la entrada.
Ese no es el mito de la creación mapuche, es el del Diluvio, podrías cambiarlo para evitar malos entendidos ;D
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