Los Catíos, que habitan actualmente el occidente de Antioquia, pertenece a la comunidad de los Chocó, y el hecho de que sean conocidos con el nombre de la antigua tribu Catía se debe probablemente a que vinieron en siglos posteriores a ocupar su región. Este mito sobre el Árbol Generé fue tomado y adaptado de la obra Mitología Americana, del R.P. Mariano Izquierdo, C.M.F.:
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Fue Tatzitzetze, el dios supremo, quien creó todos los elementos y los primeros seres. Pero Caragabí fue el ordenador y plasmador de los seres que pueblan la tierra.
Aunque el mundo de Caragabí era sobremanera hermoso, para envidia de Tutruicá, tenía, sin embargo, un grave defecto: le faltaba el agua. El propio dios sentía mucha necesidad de ese elemento. Tres veces soñó que había agua en el mundo, pero ignoraba el punto fijo donde estaba depositada. Tenía Caragabí una paloma que andaba solícita en busca de agua para su dueño y al fin la consiguió, pero no en este mundo sino en otro cuyo soberano se llamaba Orré. Caragabí soñó insistentemente que había agua en este mundo.
Una vez vio en sueños Caragabí un árbol inmensamente grande, llamado generé y le pareció que el agua estaba encerrada dentro de él.
Consideró Caragabí que era necesario derribar el árbol generé para abastecer de agua al mundo. Fabricadas unas hachas de durísima piedra, fue Caragabí con todos sus peones a derriban el generé, pero les sobrevino la noche sin haber logrado su intento. Volvieron al día siguiente a proseguir la misma faena y vieron que el árbol misterioso no tenía ninguna señal de haberse trabajado sobre él en el día anterior. Acuciados por la necesidad de obtener el agua, empezaron con mayor fuerza y tesón el derribo del árbol. Todo el día trabajaron por turnos, sin cesar. Ya llegaba la noche y aun les faltaba mucho para derribar el inmenso generé. Entonces Caragabí, frotándose las manos, produjo una luz clarísima que iluminó alrededor del árbol, por lo cual pudieron seguir trabajando toda la noche. Al tercer día, como a media mañana, acabaron de cortar el árbol. No por esto quedaron vencidas todas las dificultades. Generé quedó enredado en multitud de bejucos que impidieron que se derribara en tierra y vertiera sobre el mundo sus aguas fertilizadoras. Caragabí en aquel nuevo conflicto, llamó a diversos animalitos (que por entonces aun eran seres racionales) y los mandó que se encaramaran por las ramas de genené a fin de cortar y desenredar los bejucos que impedían caer el árbol tronzado. Al brotar del genené las aguas, se inundó toda la tierra, sus ondas arrastraron a todos los vivientes, menos a Caragabí y a diez personas más que se salvaron en una elevada peña, a donde no alcanzaron las aguas. Un año duró la inundación, al cabo del cual Caragabí mandó a una garza que averiguara si había quedado algún paraje bueno para vivir. La garza halló mucho pescado y cebada en tan buen alimento que no se cuidó de volver. Mandó luego un gallinazo o zamuro, el cual tampoco volvió por haberse quedado comiendo peces muertos. Envió en tercer lugar un patogujo o pato del monte, el cual se entretuvo comiendo un pescado que llaman guacuco, muy de su gusto, sin acordarse de cumplir tampoco el mandato de Caragabí. Burlado por todos los emisarios, el divino señor de la tierra hizo valer su poder omnipotente. Escupió dos veces en el suelo y cubrió la saliva con una totuma, y en seguida, la saliva se convirtió en una blanquísima paloma y ésta fue la fiel mensajera que trajo a Caragabí de lo que se quedaron haciendo los precedentes emisarios, y la que dio con el lugar ameno y seco que podía ser habitado por los sobrevivientes de aquel diluvio. Al momento Caragabí y las diez personas salvadas, abandonaron la peña y se trasladaron al delicioso lugar que les indicara la paloma.
De la inmensa concavidad de genené procede el mar; de sus ramas, los ríos; de sus brotes, los riachuelos y arroyos; y de sus renuevos más pequeños, los charcos. El tronco de este árbol genené existe todavía pero en un lugar desconocido. A sus cuatro lados hay otros tantos cirios encendidos de una piedra durísima, llamada mompahuará, los cuales arderán hasta el fin del mundo. Cuando llegue el fin de los siglos, de aquellos pétreos cirios se originará un río de fuego, que irá siempre en aumento, desbordándose por doquiera, y arrasando todo el mundo, hasta acabar cuanto ahora existe, y entonces existirá. Con eso se renovará toda la faz de la tierra, quedando incomparablemente hermosa, para ser la definitiva morada de Caragabí con todos los que hubieren ido subiendo a poblar el cielo.
Aunque el mundo de Caragabí era sobremanera hermoso, para envidia de Tutruicá, tenía, sin embargo, un grave defecto: le faltaba el agua. El propio dios sentía mucha necesidad de ese elemento. Tres veces soñó que había agua en el mundo, pero ignoraba el punto fijo donde estaba depositada. Tenía Caragabí una paloma que andaba solícita en busca de agua para su dueño y al fin la consiguió, pero no en este mundo sino en otro cuyo soberano se llamaba Orré. Caragabí soñó insistentemente que había agua en este mundo.
Una vez vio en sueños Caragabí un árbol inmensamente grande, llamado generé y le pareció que el agua estaba encerrada dentro de él.
Consideró Caragabí que era necesario derribar el árbol generé para abastecer de agua al mundo. Fabricadas unas hachas de durísima piedra, fue Caragabí con todos sus peones a derriban el generé, pero les sobrevino la noche sin haber logrado su intento. Volvieron al día siguiente a proseguir la misma faena y vieron que el árbol misterioso no tenía ninguna señal de haberse trabajado sobre él en el día anterior. Acuciados por la necesidad de obtener el agua, empezaron con mayor fuerza y tesón el derribo del árbol. Todo el día trabajaron por turnos, sin cesar. Ya llegaba la noche y aun les faltaba mucho para derribar el inmenso generé. Entonces Caragabí, frotándose las manos, produjo una luz clarísima que iluminó alrededor del árbol, por lo cual pudieron seguir trabajando toda la noche. Al tercer día, como a media mañana, acabaron de cortar el árbol. No por esto quedaron vencidas todas las dificultades. Generé quedó enredado en multitud de bejucos que impidieron que se derribara en tierra y vertiera sobre el mundo sus aguas fertilizadoras. Caragabí en aquel nuevo conflicto, llamó a diversos animalitos (que por entonces aun eran seres racionales) y los mandó que se encaramaran por las ramas de genené a fin de cortar y desenredar los bejucos que impedían caer el árbol tronzado. Al brotar del genené las aguas, se inundó toda la tierra, sus ondas arrastraron a todos los vivientes, menos a Caragabí y a diez personas más que se salvaron en una elevada peña, a donde no alcanzaron las aguas. Un año duró la inundación, al cabo del cual Caragabí mandó a una garza que averiguara si había quedado algún paraje bueno para vivir. La garza halló mucho pescado y cebada en tan buen alimento que no se cuidó de volver. Mandó luego un gallinazo o zamuro, el cual tampoco volvió por haberse quedado comiendo peces muertos. Envió en tercer lugar un patogujo o pato del monte, el cual se entretuvo comiendo un pescado que llaman guacuco, muy de su gusto, sin acordarse de cumplir tampoco el mandato de Caragabí. Burlado por todos los emisarios, el divino señor de la tierra hizo valer su poder omnipotente. Escupió dos veces en el suelo y cubrió la saliva con una totuma, y en seguida, la saliva se convirtió en una blanquísima paloma y ésta fue la fiel mensajera que trajo a Caragabí de lo que se quedaron haciendo los precedentes emisarios, y la que dio con el lugar ameno y seco que podía ser habitado por los sobrevivientes de aquel diluvio. Al momento Caragabí y las diez personas salvadas, abandonaron la peña y se trasladaron al delicioso lugar que les indicara la paloma.
De la inmensa concavidad de genené procede el mar; de sus ramas, los ríos; de sus brotes, los riachuelos y arroyos; y de sus renuevos más pequeños, los charcos. El tronco de este árbol genené existe todavía pero en un lugar desconocido. A sus cuatro lados hay otros tantos cirios encendidos de una piedra durísima, llamada mompahuará, los cuales arderán hasta el fin del mundo. Cuando llegue el fin de los siglos, de aquellos pétreos cirios se originará un río de fuego, que irá siempre en aumento, desbordándose por doquiera, y arrasando todo el mundo, hasta acabar cuanto ahora existe, y entonces existirá. Con eso se renovará toda la faz de la tierra, quedando incomparablemente hermosa, para ser la definitiva morada de Caragabí con todos los que hubieren ido subiendo a poblar el cielo.
Mitos y Leyendas
ResponderEliminarme parece exelente que esta parte de la historia,de dudas podamos encontrarlos en interneth
es bueno saber que la historia colombiana, los mitos y el cuidado del medio, para este año sea tocado desde algo mistico como lo hacen ver a este concepto tan necesario, y poco cuidado: el agua
ResponderEliminarme ggusta
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