Los arahuacos Taínos fueron una oleada de indígenas procedentes del área de lo que ahora es Venezuela, que a lo largo de los siglos fueron poblando las distintas islas del arco antillano. Cuando los taínos llegaron al Caribe, éste ya estaba habitado por otros pueblos. Este mito que recuerda el origen de los primeros hombres y mujeres, fue tomado y adaptado del relato de la web Premium Caribe:
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En el principio hubo un hombre llamado Yaya, del que no se sabe el nombre y su hijo se llamaba Yayael, que quiere decir hijo de Yaya. Yaya es el Ser supremo, el Gran espíritu, origen de toda creación.
Todo iba bien hasta que un día Yayael se rebela contra su padre. Este lo destierra cuatro meses. A su regreso siguen las diferencias y Yaya lo mata, coloca sus huesos en una calabaza o higüera que cuelga del techo de su bohío. Un día, Yaya y su mujer quisieron ver los restos de su hijo y cuál fue la sorpresa cuando lo que encontraron fueron peces, los cuales decidieron comer.
Mientras tanto, una mujer, Itiba Cahubaba, la paridora Madre tierra, moría al dar a luz a cuatro gemelos, gemelos creadores, símbolos de los cuatro puntos cardinales, la creación expandida, y de los cuatro elementos: fuego, agua, tierra y aire. El primero en salir era caracaracol (piel áspera) y se llamaba Deminán. No se sabe cuál fue el padre. Probablemente los cuatro gemelos divinos son el resultado de la unión entre la Madre Tierra y el Padre Cielo, Yucahu o Yucahuguamá, el Ser de la Yuca, deidad inmortal y celestial que nadie podía ver y cuya madre se llamaba Atabey, Madre de las Aguas.
Un día, mientras Yaya estaba viendo sus conucos de maiz y yuca, llegaron al bohío los cutro gemelos divinos y Deminán Caracaracol descolgó la calabaza llena de peces. Mientras los comían, sintieron los pasos de Yaya. En la huída se les cayó la calabaza de higüera rompiéndose en el acto. Dicen que fue tanta el agua que salió de aquella calabaza que llenó toda la tierra, y con ella salieron muchos peces; y de ahí dicen que haya tenido origen el mar. La rotura de la calabaza mítica hace alusión a la creación del mar, pero también al posible diluvio universal.
Los gemelos divinos, en su huída, se encuentran con el mudo Conel y llegan a la puerta del anciano Bayamanaco (Dios del Fuego), quien guardaba celosamente el cazabe (pan de yuca) y la cohoba (droga alucinógena). Deminán le pide al viejo un poco de cazabe. Bayamanaco se indigna y le lanza a la espalda un escupitazo de cohoba (guanguayo). Entonces sus hermanos le miraron la espalda, y vieron que la tenía muy hinchada; y creció tanto aquella hinchazón, que estuvo a punto de morir. Entonces procuraron cortarla, y no pudieron; y tomando un hacha de piedra se la abrieron, y salió una tortuga viva, hembra; y así se fabricaron su casa y criaron la tortuga.
Con el nacimiento de la tortuga hembra, símbolo de la creación de la primera mujer que engendraría a los humanos culmina el ciclo de los dioses creadores e iniciar la creación del mundo sensible.
El sol, la luna y la humanidad surgieron de lo profundo de una cueva, símbolo del útero de la Madre Tierra, llamada Iguanaboína, la cueva de la Serpiente Parda, localizada en el Este, la región del cacique Mautiatihuel, el Señor de la región del alba.
Cuenta el mito y no acaba que en el Oeste de la Española había una montaña mágica llamada Cauta con dos cuevas: Cacibajagua, de la cual salieron los taínos, y Amayaúna de la que salió el resto de la humanidad no taína. A la entrada de la cueva unos vigilantes hacían guardia para que nadie saliera durante el día, pues se creía que los rayos del sol los transformarían. Un día Mácocael se entretuvo fuera de la cueva, tardó en volver a la puerta, dicen que se lo llevó el Sol y fue convertido en piedra. A otros les pasó lo mismo, convirtiéndose en árboles de jobos (árbol divino).
En el principio hubo un hombre llamado Yaya, del que no se sabe el nombre y su hijo se llamaba Yayael, que quiere decir hijo de Yaya. Yaya es el Ser supremo, el Gran espíritu, origen de toda creación.
Todo iba bien hasta que un día Yayael se rebela contra su padre. Este lo destierra cuatro meses. A su regreso siguen las diferencias y Yaya lo mata, coloca sus huesos en una calabaza o higüera que cuelga del techo de su bohío. Un día, Yaya y su mujer quisieron ver los restos de su hijo y cuál fue la sorpresa cuando lo que encontraron fueron peces, los cuales decidieron comer.
Mientras tanto, una mujer, Itiba Cahubaba, la paridora Madre tierra, moría al dar a luz a cuatro gemelos, gemelos creadores, símbolos de los cuatro puntos cardinales, la creación expandida, y de los cuatro elementos: fuego, agua, tierra y aire. El primero en salir era caracaracol (piel áspera) y se llamaba Deminán. No se sabe cuál fue el padre. Probablemente los cuatro gemelos divinos son el resultado de la unión entre la Madre Tierra y el Padre Cielo, Yucahu o Yucahuguamá, el Ser de la Yuca, deidad inmortal y celestial que nadie podía ver y cuya madre se llamaba Atabey, Madre de las Aguas.
Un día, mientras Yaya estaba viendo sus conucos de maiz y yuca, llegaron al bohío los cutro gemelos divinos y Deminán Caracaracol descolgó la calabaza llena de peces. Mientras los comían, sintieron los pasos de Yaya. En la huída se les cayó la calabaza de higüera rompiéndose en el acto. Dicen que fue tanta el agua que salió de aquella calabaza que llenó toda la tierra, y con ella salieron muchos peces; y de ahí dicen que haya tenido origen el mar. La rotura de la calabaza mítica hace alusión a la creación del mar, pero también al posible diluvio universal.
Los gemelos divinos, en su huída, se encuentran con el mudo Conel y llegan a la puerta del anciano Bayamanaco (Dios del Fuego), quien guardaba celosamente el cazabe (pan de yuca) y la cohoba (droga alucinógena). Deminán le pide al viejo un poco de cazabe. Bayamanaco se indigna y le lanza a la espalda un escupitazo de cohoba (guanguayo). Entonces sus hermanos le miraron la espalda, y vieron que la tenía muy hinchada; y creció tanto aquella hinchazón, que estuvo a punto de morir. Entonces procuraron cortarla, y no pudieron; y tomando un hacha de piedra se la abrieron, y salió una tortuga viva, hembra; y así se fabricaron su casa y criaron la tortuga.
Con el nacimiento de la tortuga hembra, símbolo de la creación de la primera mujer que engendraría a los humanos culmina el ciclo de los dioses creadores e iniciar la creación del mundo sensible.
El sol, la luna y la humanidad surgieron de lo profundo de una cueva, símbolo del útero de la Madre Tierra, llamada Iguanaboína, la cueva de la Serpiente Parda, localizada en el Este, la región del cacique Mautiatihuel, el Señor de la región del alba.
Cuenta el mito y no acaba que en el Oeste de la Española había una montaña mágica llamada Cauta con dos cuevas: Cacibajagua, de la cual salieron los taínos, y Amayaúna de la que salió el resto de la humanidad no taína. A la entrada de la cueva unos vigilantes hacían guardia para que nadie saliera durante el día, pues se creía que los rayos del sol los transformarían. Un día Mácocael se entretuvo fuera de la cueva, tardó en volver a la puerta, dicen que se lo llevó el Sol y fue convertido en piedra. A otros les pasó lo mismo, convirtiéndose en árboles de jobos (árbol divino).
Yahubaba salió a recoger hierba poco antes del amanecer, le sorprendió el Sol a mitad camino y se convirtió en pájaro que canta por la mañana, como el ruiseñor, y se llama Yahubayael.
Un día, Guahayona se rebela en la cueva de origen y arenga a las mujeres que se vayan ellas y sus hijos con él. Guahayona, las mujeres con sus hijos y su cuñado el cacique Anacacuya, emprendieron el viaje mítico en una canoa a una legión lejana. Durante el viaje, Guayahona se deshace primero de todos los niños junto a un arrollo y luego de su cuñado. Dicen que los niños lloraban y llamaban a sus madres que se habían ido… Y llorando así, y pidiendo teta, diciendo 'toa, toa', como quien pide una cosa con gran deseo y muy despacio, fueron transformados en pequeños animales, a manera de ranas, que se llaman tona. La rana es símbolo de las lluvias. Guahayona enseña un cobo o caracaracol a su cuñado Anacacuya. Cuando miraba el agua para ver el cobo, su cuñado Guahayona lo tomó por los pies y lo tiró al mar, y así tomó todas las mujeres para sí, y las dejó en Matininó, donde se dice que hoy día no hay más que mujeres. Y el se fue a otra isla, que se llama Guanín, y se llama así por lo que se llevó de él, cuando fue allá.
Los hombres apesadumbrados, sin mujeres y sin niños, fueron un dia lluvioso a lavarse en un rio. Pero aquel día, lavándose, dicen que vieron caer de algunos árboles, bajándose por entre las ramas, una cierta forma de personas, que no eran hombres ni mujeres, ni tenían sexo de varón ni de hembras, las cuales fueron a cogerlas; pero huyeron como si fuesen anguilas. Entonces buscaron cuatro hombres caracoles, de piel áspera que lograron sujetarlas. E igualmente tomaron a aquellas mujeres sin sexo de varón ni de hembra, y las ataron los pies y las manos, y trajeron el pájaro inriri (pájaro carpintero), y se lo ataron al cuerpo. Y éste creyendo que eran maderos, comenzó la obra acostumbrada, picando y agujereando en el lugar donde ordinariamente suele estar el sexo de las mujeres. Y de este modo dicen los indios que tuvieron mujeres, según cuentan los más viejos. Desde aquel día, el pájaro carpintero lleva una cinta roja en su pecho o en su cabeza
Los hombres apesadumbrados, sin mujeres y sin niños, fueron un dia lluvioso a lavarse en un rio. Pero aquel día, lavándose, dicen que vieron caer de algunos árboles, bajándose por entre las ramas, una cierta forma de personas, que no eran hombres ni mujeres, ni tenían sexo de varón ni de hembras, las cuales fueron a cogerlas; pero huyeron como si fuesen anguilas. Entonces buscaron cuatro hombres caracoles, de piel áspera que lograron sujetarlas. E igualmente tomaron a aquellas mujeres sin sexo de varón ni de hembra, y las ataron los pies y las manos, y trajeron el pájaro inriri (pájaro carpintero), y se lo ataron al cuerpo. Y éste creyendo que eran maderos, comenzó la obra acostumbrada, picando y agujereando en el lugar donde ordinariamente suele estar el sexo de las mujeres. Y de este modo dicen los indios que tuvieron mujeres, según cuentan los más viejos. Desde aquel día, el pájaro carpintero lleva una cinta roja en su pecho o en su cabeza
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