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El Padre Naainuema, aun sin que nada existiera, tocó una misteriosa figura imaginaria y, estando en trance, la retuvo con ayuda de un hilo de ensueño a través del hálito de su boca. Sin embargo, al examinar el fondo imaginario, no había nada. Palpando aquí y allá, adhirió en el vacío la mágica substancia pegajosa arebaiki y la retuvo, de nuevo en estado de trance, con la materia mágica vaporosa izeiki. Luego, aplanó repetidas veces con sus pies el fondo imaginario y se estableció en aquello que había soñado, que es el nombre de la tierra.
El Padre Naainuema, aun sin que nada existiera, tocó una misteriosa figura imaginaria y, estando en trance, la retuvo con ayuda de un hilo de ensueño a través del hálito de su boca. Sin embargo, al examinar el fondo imaginario, no había nada. Palpando aquí y allá, adhirió en el vacío la mágica substancia pegajosa arebaiki y la retuvo, de nuevo en estado de trance, con la materia mágica vaporosa izeiki. Luego, aplanó repetidas veces con sus pies el fondo imaginario y se estableció en aquello que había soñado, que es el nombre de la tierra.
Mientras sacaba el agua de su boca, para que la vegetación surgiera, mantenía la existencia imaginaria en su poder y separaba de la tierra el cielo, es decir, el cielo azul y el blanco. Después de eso, Rafuema, estando al pie del cielo, es decir, en el Inframundo, creó, tras una larga reflexión, esta narración para que nosotros la trajéramos arriba, sobre la tierra.
En la tierra surgieron todos los árboles y lianas, y él creó el grillo, los animales de la selva, que son enumerados individualmente; en el aire, las aves, cuyos nombres nos son dados a conocer igualmente; y en el agua, el sapo pequeño y el grande. En un principio, todos, incluso nosotros, teníamos cola. La avispa se la cortó primero al sapo, luego a los hombres, y cuando la avispa se hubo cansado de cortarla, los restantes se convirtieron en micos churucos, después de haber sido hombres. Esta especie de mico aparece además en la lista de los mamíferos creados por el Padre.
El Padre, o sea la palabra, tras haber creado el agua, creó en ella la planta nuizi. Después de haberla desprendido de sí, colocó una serpiente en el fondo, bajo la superficie del agua... Cuando hubo desprendido de su cuerpo la serpiente que él creó, vio que nosotros seríamos los primeros hombres. Allí se originó komuide, nuestro jefe.
Cuando el Padre creó las palabras, o sea, los cantos de la fiesta, tenía un maguaré. Cuando lo tocó, invocó al agua, y puesto que el Padre poseía fuerzas especiales para el agua, hizo que cayera por, primera vez del cielo.
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