Los Shipibo-Conibo forman uno de los grupos indígenas del oriente peruano. Hay dos comunidades que se han mezclado entre si: los Shetebo que antiguamente vivían debajo de Contamana, ahora se encuentran integrados a los Shipibos. La población alcanza unas 25,000 personas repartidas entre 108 caseríos o comunidades nativas. Para explicar los orígenes de los humanos, los Shipibo relatan el siguiente mito, que fue tomado de la página web Mundo Shipibo-Conibo: .
Tiempo atrás apareció al borde del rió Soaya un hombre joven con escamas brillantes. Su piel era clara como un espejo, sus flechas eran de oro y su canoa roja como la sangre. El joven amarró su canoa a un árbol de limón y sujetó una campana de oro a la rama más alta. Cada mañana tocaba la campana y se iba de pesca, regresando con muchos peces que compartía generosamente con los Shipibo.
Por su lado los hombres Shipibo regresaban de la pesca con las manos vacías. Sus mujeres se burlaban de ellos diciendo: ¿Por qué ustedes no pueden traer abundante pescado como el extranjero? Celosos de su exito los hombres decidieron matar al joven, enterrándolo vivo. Un dia, toda la gente salia del pueblo para pescar, menos una pareja que se quedó porque la mujer pensaba que iba a dar a luz. Al constatar su error, ellos corrieron por la playa para alcanzar a los demás cuando los sorprendieron unos gritos desesperados: descubrieron al joven de la tunica brillante enterrado hasta el cuello en el barro resbaloso.
'Déjalo allí', dijo la mujer, pero su esposo decidió rescatarlo. El extranjero, muy agradecido por obtener su libertad, les dijo: ‘regresen ustedes rápido a su casa y suban al árbol genipa, porque el viento vendrá del norte y otro vendrá del sur, y las lluvias no van a cesar hasta que las montañas, los árboles, los animales y todos los seres humanos hayan desaparecido de la tierra'. Diciendo estas palabras el hombre se tiró al agua y no se le vio nunca más. La pareja trato de advertir a sus parientes del desastre inminente, pero ellos estaban tomando masato y no quisieron escuchar.
Tres días más tarde, hubo un eclipse total de sol y el mundo se puso en tinieblas. Una lluvia torrencial empezó a caer, con truenos y relámpagos. Granizos de un tamaño nunca antes visto cayeron del cielo. La pareja subió al árbol del genipa como había indicado el joven. Muy pronto el agua sumergió a todas las casas, las plantas los animales y los seres humanos en el diluvio. Las aguas subieron más y más, inundando los árboles del bosque. Pero la genipa siguió creciendo tal como un hongo desmesurado.
Cuando finalmente cesó la lluvia, el hombre empezó a bajar del árbol, cuidadosamente de rama en rama. Para probar la solidez del suelo, tiró los frutos de la genipa. El primer fruto cayó en el agua, el segundo se cayó en el barro. El tercer fruto cayó sobre tierra firme. El hombre pudo bajar por fin del árbol. Miró alrededor, pero no vio nada. El pueblo entero había desaparecido y en su lugar había una cocha grande.
El hombre llamaba y llamaba, pero nadie contestaba. Caminaba de un lado a otro sin encontrar a nadie. Al regresar al árbol genipa tuvo la sorpresa de encontrar tres grandes ceramios pintados colmados de yuca, carne asada y masato. Después de comer a gusto, el hombre se fue de nuevo en busca de otros seres humanos. Al regresar volvió a encontrar los tres platos llenos de alimentos. Decidió esconderse detrás de la genipa para descubrir quienes estaban trayendo los regalos. Y después de corto tiempo, vio aproximarse por la cocha una canoa manejada por dos hermosas mujeres. El primer impulso del hombre fue agarrar a la primera mujer. ¡Suéltame! grito la primera mujer, ¡yo no soy para ti ! pero el hombre no hizo caso y la tomo por la fuerza. Como resultado de aquella unión imprevista, nacieron de entre los dedos de los pies de la mujer, seres humanos diminutos para repoblar el mundo. ¡Idiota!, dijo la mujer, ‘mi acompañante, que es hija del inca, iba a ser tu esposa. Yo solamente soy su sirvienta. ¡Cometiste un error imperdonable!
La historia trata de la destrucción por inundación del tercer mundo y el inicio del presente, el cuarto mundo. El primer mundo fue destruido por un incendio y el segundo reventó cuando el cielo cayó sobre la tierra. Al inicio de cada recreación de los seres humanos emergían al mundo siguiente por una escalera invisible. Se cree que el mundo presente tiene que desaparecer muy pronto, pero que la humanidad reaparecerá en el mundo siguiente. Su concepto del mundo no es lineal sino cíclico donde los opuestos se concilian y la destrucción la vida y la muerte, el verano y el invierno, el dia y la noche lo bueno y lo malo.
El árbol de genipa simboliza al árbol cósmico. Todos los frutos cuelgan del árbol y, en otras versiones, cuando se tira el tercer fruto al suelo, éste revienta derramando muchas semillas sobre la tierra. Cultivos como el pimentón, la calabaza y la yuca brotaron debajo del arbol, la genipa simboliza también la escalera invisible que reúne la tierra con el cielo. Los espíritus tienen que bajar por ella para renacer en nuestro mundo. Por estar razón los niños que han de repoblar el mundo tienen que nacer debajo del árbol cósmico.
Después del diluvio, el río sagrado se convirtió en el laberinto de canales y lagunas que caracterizan la Amazonas de hoy. Los conibo creen que su lugar de emergencia en el mundo presente fue Cumancaya y no Soaya. Cuando el agua luce cristalina como un espejo, aun puede vislumbrar el reflejo del primer pueblo que desapareció debajo del diluvio.