Los Onas fueron un pueblo nómada, terrestres cazadores, establecidos en la isla Tierra del Fuego, gran isla compartida por Chile y Argentina. La extinción de este pueblo comenzó en 1881 con la llegada del hombre blanco tras el oro descubierto en la isla y posteriormente por la acción de los estancieros que se establecieron para criar ovejas. Este mito de Kenos se tomó de la página web Mitos y Leyendas ancestrales. Cuenta lo siguiente:
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Kenos, nacido de la cúpula celeste y enviado de Timáukel, bajó a la Tierra deslizándose por una cuerda. Cuentan que la cuerda se rompió justo en el momento en que Kenos se posó en la Tierra y que ése fue el motivo de que no se volviera al Cielo de inmediato. Porque, aunque venía con una gran misión, no le gustó lo que vio al echar el primer vistazo. La Tierra era chata e informe y estaba rodeada por Kox, el Mar. Entonces Kenos creó las montañas y los barrancos y los distribuyó por el mundo.La luz era escasa y uniforme, y todas las horas pasaban en un alba perpetua. Entonces Kenos inventó al Sol y a la Luna. Ordenó a Krren que brillara más fuerte a mediodía y que se retirara por la tarde para ser reemplazado por la blanca luz de Krah. Los árboles eran muy bajos y achaparrados porque el Cielo los aplastaba en su magnificencia. Entonces Kenos empujó la cúpula hacia arriba y la dejó allí, para que los bosques crecieran altos y hermosos. Así fue como Kenos puso orden en la naturaleza y cumplió con la primera parte de su misión.
Cuentan que un día Kenos se hallaba cerca de un pantano, contemplando distraído su maravillosa obra. De pronto tomó un poco de barro, lo exprimió hasta quitarle el agua y modeló con él los genitales masculinos, que puso con cuidado en el suelo. Del mismo modo formó enseguida los genitales femeninos y los colocó suavemente al lado de los otros. Al caer la noche, Kenos se retiró y, en medio de la oscuridad, los genitales se acoplaron durante un rato. A la mañana siguiente, cuando Kenos volvió al 1ugar, se encontró con que un nuevo ser se encontraba junto a las figuras que él había modelado. Y ese hombre fue el primer antepasado de los onas. Lo mismo pasó la noche siguiente, y los hombres fueron dos. Cada vez que se ponía el sol, los genitales se unían y un nuevo ser humano aparecía en el mundo. Pronto la región estuvo llena de hombres y mujeres, que se reconocieron como tales cuando vieron que había dos clases diferentes de seres, que en cierta parte de sus cuerpos se parecían a los modelos creados por Kenos. Ellos fueron los primeros onas, de piel oscura como el barro del pantano con que Kenos los había creado. Más al Norte, Kenos encontró arcilla blanca, con la que formó hombres de cutis claro, que también se distribuyeron por la Tierra. Entonces Kenos, para que reinara la justicia entre sus criaturas, otorgó a cada grupo un haruwen, un territorio que pudieran recorrer en busca de caza y de frutos, un sitio de donde nadie pudiera echarlos. Dicen los que saben que lo mejor de todo el ancho mando les tocó a los onas, los primogénitos de Kenos.
Cuando algún desprevenido pregunta el por qué de las conductas de los hombres, los onas contestan simplemente: “Kenos los hizo así”. Y ésa es la verdad, porque el enviado de Timáukel les dio los dones más preciosos y les enseñó a vivir con felicidad. Cuentan que a Kenos le gustaba mucho conversar y que, sin pensar que los hombres no podían contestarle, se puso a parlotear. Pero como hablar solo le resultaba muy aburrido, los instruyó a todos en la maravilla del lenguaje. Enseguida los onas se entusiasmaron, comenzaron a conversar unos con otros y ya nunca dejaron de hacerlo. Otra vez, Kenos enseñó a los onas cómo hacer para que hubiera niños. Les explicó que hombres y mujeres debían unirse y estableció normas al respecto. Ordenó a los hombres que no tomaran la mujer de otro y a las mujeres que no se acoplaran con ningún varón que no fuera su marido. Después, Kenos determinó las distintas tareas de las que se ocuparían los hombres y las mujeres para vivir en armonía, aleccionó a los onas para que trataran a los ancianos con respeto y educaran a los hijos en las buenas costumbres, de modo que ellos, a su vez, las transmitieran a sus hijos.Y así fue cómo Kenos cumplió con la segunda parte de su misión.
Cuentan que un día Kenos se hallaba cerca de un pantano, contemplando distraído su maravillosa obra. De pronto tomó un poco de barro, lo exprimió hasta quitarle el agua y modeló con él los genitales masculinos, que puso con cuidado en el suelo. Del mismo modo formó enseguida los genitales femeninos y los colocó suavemente al lado de los otros. Al caer la noche, Kenos se retiró y, en medio de la oscuridad, los genitales se acoplaron durante un rato. A la mañana siguiente, cuando Kenos volvió al 1ugar, se encontró con que un nuevo ser se encontraba junto a las figuras que él había modelado. Y ese hombre fue el primer antepasado de los onas. Lo mismo pasó la noche siguiente, y los hombres fueron dos. Cada vez que se ponía el sol, los genitales se unían y un nuevo ser humano aparecía en el mundo. Pronto la región estuvo llena de hombres y mujeres, que se reconocieron como tales cuando vieron que había dos clases diferentes de seres, que en cierta parte de sus cuerpos se parecían a los modelos creados por Kenos. Ellos fueron los primeros onas, de piel oscura como el barro del pantano con que Kenos los había creado. Más al Norte, Kenos encontró arcilla blanca, con la que formó hombres de cutis claro, que también se distribuyeron por la Tierra. Entonces Kenos, para que reinara la justicia entre sus criaturas, otorgó a cada grupo un haruwen, un territorio que pudieran recorrer en busca de caza y de frutos, un sitio de donde nadie pudiera echarlos. Dicen los que saben que lo mejor de todo el ancho mando les tocó a los onas, los primogénitos de Kenos.
Cuando algún desprevenido pregunta el por qué de las conductas de los hombres, los onas contestan simplemente: “Kenos los hizo así”. Y ésa es la verdad, porque el enviado de Timáukel les dio los dones más preciosos y les enseñó a vivir con felicidad. Cuentan que a Kenos le gustaba mucho conversar y que, sin pensar que los hombres no podían contestarle, se puso a parlotear. Pero como hablar solo le resultaba muy aburrido, los instruyó a todos en la maravilla del lenguaje. Enseguida los onas se entusiasmaron, comenzaron a conversar unos con otros y ya nunca dejaron de hacerlo. Otra vez, Kenos enseñó a los onas cómo hacer para que hubiera niños. Les explicó que hombres y mujeres debían unirse y estableció normas al respecto. Ordenó a los hombres que no tomaran la mujer de otro y a las mujeres que no se acoplaran con ningún varón que no fuera su marido. Después, Kenos determinó las distintas tareas de las que se ocuparían los hombres y las mujeres para vivir en armonía, aleccionó a los onas para que trataran a los ancianos con respeto y educaran a los hijos en las buenas costumbres, de modo que ellos, a su vez, las transmitieran a sus hijos.Y así fue cómo Kenos cumplió con la segunda parte de su misión.
Un día, Kenos, al que acompañaban tres ancianos, se sintió cansado: había ordenado la naturaleza, había inventado a los humanos y creado una civilización. Entonces se acostó para recuperar fuerzas y se quedó dormido. Dicen que Kenos durmió muchísimo tiempo; que sus acompañantes trataron de despertarlo pero no lo lograban. Entonces se dieron cuenta de que Kenos se había convertido en un viejo como ellos y que tal vez les hubiera llegado a los cuatro la hora de la muerte. Por lo tanto, se echaron en el suelo y yacieron por edades y edades, esperando la muerte, pero ésta no llegó. Por fin, Kenos se despertó y decidió ir hacia el Norte, a una tierra muy lejana adonde tal vez conseguiría morir. De modo que partió, seguido por los tres ancianos. El camino era muy largo y los cuatro caminaban con el paso lento de quienes están por abandonar la vida. Cuando llegaron a destino vieron que se trataba de un lugar lleno de gente. Los recién venidos pidieron que, una vez que los cuatro se acostaran en el suelo, los envolvieran en sus capas de piel y los dejaran descansar. Así ocurrió y de tal forma por fin los encontró la muerte. Pero la muerte no era eterna, de modo que después de yacer un largo tiempo todos vieron que Kenos y los demás comenzaban a suspirar y a recuperar los movimientos. Entonces se irguieron, se miraron unos a otros y comprendieron que eran jóvenes otra vez. De modo que todos los onas decidieron hacer lo mismo que Kenos. El que se sentía tan viejo que había perdido las ganas de vivir se envolvía en su capa y se tendía en el suelo, como si estuviera muerto. Los que tenían la suerte de rejuvenecer iban entonces hasta la choza de Kenos, que se apuraba a darlesun baño para quitarles el desagradable olor del que estaban impregnados, de la misma manera que él lo había hecho, dejando en el agua los restos de su vida anterior y alistándose para recomenzar. Pero con el tiempo la vejez se adueñaba de nuevo de los cuerpos y de los corazones y a veces sucedía que alguien ya no se levantara más. Sin embargo, no desaparecía, sino que se transformaba en un cerro, en un pájaro, en una cascada... Cuando a Kenos le llegó la hora de volver por fin a su casa celeste, los que tuvieron el privilegio de acompañarlo se convirtieron en las estrellas y los planetas que pueblan el luminosa cielo de la Tierra del Fuego.
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