Los Cocamas son un pueblo indígena que habita actualmente en las riberas de los ríos Ucayali y Huallaga en Perú, y en la isla Ronda, en el río Amazonas, Colombia. Son unas 12 mil personas. Los siguientes mitos fueron recogidos de los indígenas Witurio Yuyarima y Luis Silvano Ahuanari, por Juan Carlos Ochoa A., en su tesis doctoral Mito y Chamanismo: el mito de la Tierra sin Mal en los Tupi-Cocama de la Amazonía peruana (2002). Dicen los mitos:
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El mundo empieza cuando el primer hombre kukama, llamado Kémarin, nació de una gran mujer boa y, al nacer, recibió el poder de su padre, Kémari. Al hacerse joven escuchó voces desde el agua de donde salió, que le decían: “Hijo, en el lugar donde estás no sólo eres tú quien vive, hay más personas, animales y otros seres, a todos ellos los verás en tus sueños (visión) y los gobernarás para toda la vida”. Antiguamente, Kémari era un viejo bueno, tranquilo, que vino a la tierra y preñó a la boa para que de allí saliera el pueblo kukama. Era así por haber cumplido con las dietas y conductas. Es llamado Kémari porque las palomas lo llevaron hasta el último espacio del mundo para mirar desde allí a sus hijos kukama, que nacen y mueren. Él ya no es persona de la tierra, es del espacio llamado cielo; se convirtió en Paloma.
El mundo empieza cuando el primer hombre kukama, llamado Kémarin, nació de una gran mujer boa y, al nacer, recibió el poder de su padre, Kémari. Al hacerse joven escuchó voces desde el agua de donde salió, que le decían: “Hijo, en el lugar donde estás no sólo eres tú quien vive, hay más personas, animales y otros seres, a todos ellos los verás en tus sueños (visión) y los gobernarás para toda la vida”. Antiguamente, Kémari era un viejo bueno, tranquilo, que vino a la tierra y preñó a la boa para que de allí saliera el pueblo kukama. Era así por haber cumplido con las dietas y conductas. Es llamado Kémari porque las palomas lo llevaron hasta el último espacio del mundo para mirar desde allí a sus hijos kukama, que nacen y mueren. Él ya no es persona de la tierra, es del espacio llamado cielo; se convirtió en Paloma.
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El Dueño de la Naturaleza creó el mundo e hizo la Tierra cuando hubo el Diluvio. Con su flechita el Señor quiso andar haciendo el Mundo: donde caía bien derecha la flecha, el río quedaba derecho; y donde caía arqueada quedaban curvas en el río y en la tierra con todas las cosas, animales, plantas, etc. Después de poner todo en orden Nuestro Padre subió al cielo.
La tierra desaparecía y volvía a aparecer. Antes que desapareciera la tierra otra vez, apareció un gavilán pequeño a un hombre que hacía su canoa. El gavilán, lo miró y se fue. A un buen rato volvió a aparecer un joven de buena apariencia que le preguntó al señor: ¿Qué estás haciendo?. El señor contestó: “Estoy haciendo mi canoa”. El joven le dijo que no hiciera una canoa porque no le iba a servir, ya que uno de esos días iba a desaparecer la Tierra.
El Diluvio fue enviado por Jara, a causa del maltrato que recibió de los hombres, quienes le echaron en un pozo, cuando pescaba entre ellos y escondido en una figura humana deambulaba por la selva. Sólo uno de los hombres se salvó de la inundación, como recompensa a su comportamiento de haberlo sacado del pozo, lavarlo y curarle las heridas.
El muchacho siguiendo los consejos del vagabundo se subió a un árbol muy alto, la Lupuna, con su mujer e hijos y allí permaneció. Comenzó a llover durante tres meses y la tierra se inundó. Cuando todo terminó surgió la Nueva Tierra, pero no tenían que comer ni beber. Entonces apareció el señor y les preguntó, qué necesitaban. El anciano dibujó con su flecha un círculo en el suelo, y le dijo que cavara allí, y así encontraron la masa de Yuca; y con su arco lanzó una flecha grande y otra pequeña y de allí, donde se clavaron, manó agua, de las flechas grandes surgieron los ríos y de las pequeñas las quebradas.
La tierra desaparecía y volvía a aparecer. Antes que desapareciera la tierra otra vez, apareció un gavilán pequeño a un hombre que hacía su canoa. El gavilán, lo miró y se fue. A un buen rato volvió a aparecer un joven de buena apariencia que le preguntó al señor: ¿Qué estás haciendo?. El señor contestó: “Estoy haciendo mi canoa”. El joven le dijo que no hiciera una canoa porque no le iba a servir, ya que uno de esos días iba a desaparecer la Tierra.
El Diluvio fue enviado por Jara, a causa del maltrato que recibió de los hombres, quienes le echaron en un pozo, cuando pescaba entre ellos y escondido en una figura humana deambulaba por la selva. Sólo uno de los hombres se salvó de la inundación, como recompensa a su comportamiento de haberlo sacado del pozo, lavarlo y curarle las heridas.
El muchacho siguiendo los consejos del vagabundo se subió a un árbol muy alto, la Lupuna, con su mujer e hijos y allí permaneció. Comenzó a llover durante tres meses y la tierra se inundó. Cuando todo terminó surgió la Nueva Tierra, pero no tenían que comer ni beber. Entonces apareció el señor y les preguntó, qué necesitaban. El anciano dibujó con su flecha un círculo en el suelo, y le dijo que cavara allí, y así encontraron la masa de Yuca; y con su arco lanzó una flecha grande y otra pequeña y de allí, donde se clavaron, manó agua, de las flechas grandes surgieron los ríos y de las pequeñas las quebradas.
La foto no es Kukama, sino Shipibo-Conibo.
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